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Los orígenes del vizcarrismo

Fecha Publicación: 31/12/2018 - 22:10
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Sostuvimos hace unas semanas que el gran ganador del proceso electoral para alcaldes y gobernadores regionales fue el presidente Vizcarra. Ganó su forma de hacer política. Arrinconó y venció al fujimorismo keikista y al aprismo alanista. Su consigna: “Golpear sin matar”.

El efecto Vizcarra mutó con el triunfo electoral. Hoy toma forma de propuesta programática. ¿Mañana será movimiento político?… Quién sabe... Es su derecho. Tras 30 años de disputa histórica, ser el hijo no deseado del “fujimorismo” versus “antifujimorismo” le da un lugar en la historia del Perú.

Pero concentrémonos en su apuesta programática. El vizcarrismo sabe muy bien que la popularidad no basta para gobernar. Es efímera sin una gestión pública eficiente. Inicialmente, la reforma de Justicia parecía suficiente. Pero hoy está en manos del Congreso. La semana pasada encargó la reforma política a un grupo de notables. Estamos seguros de que entregarán un interesante documento para debatir. Pero su destino también será el Congreso, y una larga disputa normativa con los partidos y movimientos políticos.

Hilando fino, el vizcarrismo sabe que ambas reformas no le darán el oxígeno que requiere para ser sostenible. Sabe que la única reforma que tendrá impacto real es una reingeniería del Estado. Una gestión pública que no gire más alrededor del funcionario y ponga foco en el crecimiento, desarrollo y satisfacción del ciudadano. Una verdadera reforma de Estado es lo que se necesita.

Si no es casual que se haya encargado al sector Cultura una Agenda País que trascienda los eventos protocolares de celebración del Bicentenario para programar acciones de gobierno al 2021. Si no es casual que haya puesto en manos del MEF la estéril disputa entre los sectores Trabajo y Producción, para definir –de una vez por todas– una línea de acción que promueva la formalización efectiva del país.

Si no es casual que encargue al MTC, Vivienda y Saneamiento, Educación y Salud un intensivo programa de inversión pública en infraestructura básica y conectividad. Si tampoco es casual que encargue al MIDIS un total rediseño de los programas sociales, con miras a mejorar nuestros indicadores de desarrollo e inclusión, porque sabemos que es la única forma de garantizar un futuro a la nueva generación de peruanos.

Si nada de esto es casual… ¿Está en marcha un programa de gobierno puntual y concreto? ¿Qué objetivos políticos y gubernamentales tiene? ¿Estamos siendo testigos de los orígenes del vizcarrismo? ¿Acaso requiere de una apuesta ideológica? ¿Qué dicen ustedes?

Escribe: Juan Carlos Ruiz Rivas