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Los partidos ya no representan

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Fecha Publicación: 24/02/2020 - 20:00
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Según la encuesta publicada apenas concluida la elección congresal, más de la mitad de los peruanos no se sienten representados por el nuevo Congreso. Analizando cifras, se tiene que más del 20% de los que fueron a votar, lo hicieron por listas que no lograron introducir ningún candidato a la composición parlamentaria. Si a eso le sumamos los que votaron blanco o nulo, o quienes prefirieron sencillamente no ir a votar, tenemos que en el hemiciclo no estarán representadas las diferentes perspectivas ideológicas, tendencias sociales importantes, ni programas políticos coherentes. Por el excesivo número de agrupaciones electorales y la falta de identidad que provocan en el electorado, la lista que obtuvo el primer puesto a nivel nacional, lo hizo con apenas el 10% de los votos válidos.

Evidentemente, estamos frente a una verdadera crisis de representación, lo que significa que el Congreso seguirá debilitándose como institución y el Gobierno acumulando excesivo poder, minando el imprescindible equilibrio democrático, los controles y contrapesos.

Ante ello, quienes informalmente detentan el poder social, el económico y el judicial, apuntan a colocar al próximo presidente para seguir fortaleciendo su increíble capacidad de decidir. Lo que antes se lograba a través de los partidos políticos hoy se realiza con el conveniente manejo de algunos medios de comunicación, alimentados tanto con información obtenida en despachos judiciales y en equipadas camionetas policiales, como con inagotable publicidad estatal, pues es más valioso el titular de un diario de escasa venta que el comunicado oficial del principal partido político; pero como en la dictadura de los 90, lo que pensamos permanente suele resultar pasajero. Los partidos no surgieron por mandato de ninguna ley, sino por la necesidad de expresar tendencias nacionales y articular su participación en los procesos de decisión; así, la antipolítica puede predominar en cortos períodos que en el Perú nunca exceden los doce años, pero luego surgen las imprescindibles organizaciones que representan las diversas visiones de país, relacionándolas de forma coherente con las necesidades, tendencias e intereses de cada uno de los grupos sociales existentes.

El Oncenio de Leguía agotó al Partido Civilista; la dictadura de Benavides extinguió a la Unión Revolucionaria; y por su parte, la autocracia de Velasco significó la decadencia de la Unión Nacional Odriísta y de la Democracia Cristiana. Después de Vizcarra, la mayoría de partidos políticos actuales habrán desaparecido y la forma de hacer política partidaria cambiará radicalmente, pero no tardarán en aparecer nuevas plataformas de pensamiento y acción, para seguir construyendo democracia con pluralismo y gobernabilidad.