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¿Los últimos días de Otárola?

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Fecha Publicación: 31/10/2023 - 21:50
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La lucha fratricida entre los Boluarte y Otárola viene llegando a su fin. El soporte inicial que pudo haber dado el premier en la transición de mando, ante el suicidio político del expresidente Castillo, no sería suficiente para darle continuidad hasta el 2026. En los pasillos de presidencia se escuchan reiteradas voces con nombres de diversos candidatos, que desfilan a diario para evaluar quién se atreve a sucederlo y a tomar esa papa caliente entre sus manos.

Cuatro serían las razones que explicarían esta necesidad política. La primera es de índole gerencial. El gabinete Otárola no logra revertir la parálisis gubernamental en la que nos sumió la gestión anterior. Hoy seguimos viendo un aparato institucional incapaz de poner en marcha los programas económicos, políticos y sociales del gobierno. Los pocos esfuerzos aislados de innovación gerencial no mueven la aguja en aras de hacer realidad una verdadera reforma de Estado. Eso es lo que el país necesita a gritos.

La segunda es de índole conceptual. El gabinete Otárola no comprende hasta hoy el valor político y económico del proceso de descentralización. Lamentablemente, sucesivos gobiernos desde el año 2000 confunden integración territorial con transferencia de dinero a los departamentos. Creen ilusamente que la transformación regional ocurrirá por generación espontánea. Olvidan que estas reproducen los mismos vicios de gestión y corrupción gestadas en el centralismo. Sin regiones de verdad y sin un plan de desarrollo transversal del territorio nacional, da exactamente lo mismo quién nos gobierne. Serán los actores ilegales quienes ganarán la batalla por la supremacía nacional.

La tercera es de índole ideológica. El gabinete Otárola no conoce de reglas de mercado ni de desarrollo capitalista. No tiene la menor idea de cómo enfrentar la recesión ni cómo reactivar la economía. A pesar de que los gremios empresariales y cientos de tecnócratas reconocidos postulan recetas a diario en los medios de comunicación, lo único que reciben del gobierno es un silencio cómplice con la inacción. Una honrosa excepción es la reciente reunión de la ministra de Vivienda con representantes de los tres gremios inmobiliarios del país, instalando mesas de trabajo permanentes para encontrar soluciones a esta difícil situación. Esa es la ruta. ¿Qué espera el resto?
Finalmente, una cuarta es de índole comunicacional. Un gobierno fragmentado en sectores, ministerios, organismos desconcentrados, gobiernos regionales y locales genera una comunicación fragmentada, dispersa e ineficiente. Al no estar concentrada en un organismo articulador que la regule, termina consiguiendo un impacto amplificado en la percepción ciudadana de los horrores de gestión, consiguiendo el efecto contrario a la legitimidad social requerida para gobernar. Si no cambiamos de posta, no podremos evitar que se acabe el poco aire que le queda a la presidenta Boluarte, ni garantizar un proceso electoral democrático que ponga al nuevo presidente el 2026.

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