Luces y sombras en 18 años del gas de Camisea
A los 18 años de iniciada la operación comercial del lote 88, conocido como Camisea, vale la pena hacer reflexiones sobre lo vivido y pensar en el futuro. Lo que se vio como propicio hace 22 años cuando se firmó el contrato de explotación del yacimiento, no se mantiene en pie a la fecha y menos aún en los 18 años que faltan para su culminación. Hay que ser respetuosos de la estabilidad jurídica, pero también hay que ser conscientes de hacer modificaciones consensuadas cuando la realidad nos pone por delante cambio de condiciones, que es lo actual.
Cuando se estructuró el contrato entre los años 1998 y 2000, se tenía el trauma de no poder cerrar un contrato de explotación en dos oportunidades, en 1988 con el primer gobierno aprista y en 1998 ante el retiro de Shell. El fujimorismo puso gran esfuerzo para que en tan solo dos años se tuviese un esquema de competencia, y se centró exclusivamente en el pago de regalías, el postor que se comprometía a mayor pago se hacía del contrato y así se otorgó al consorcio liderado por la argentina Pluspetrol.
Se asintió que ese esquema era el óptimo, es lo que se percibía en el momento. De hecho, se estaba destinando el uso del gas natural (GN) como combustible. No se trata de ser mariscal después de la guerra, pero hoy la experiencia nos da señales que ameritan trabajar cambios. Con las últimas cifras oficiales, que corresponden a mayo de este año, se tiene que la demanda se estructura de la siguiente manera: 60% eléctricas, 27% en comercio e industria, 10% en el sector vehicular y 3% a nivel domiciliario.
En los usos mencionados, la eficiencia es bajísima, en el mejor de los casos: 52% en electricidad, 33% en industria y comercio, 34% en el sector vehicular y 30% a nivel residencial. Si se pondera consumo y eficiencia el resultado es que el 56% del energético se desperdicia en el medio ambiente. Tremendo dispendio en un recurso no renovable, en un momento en que hay una reconfiguración mundial de la oferta y demanda de productos petroquímicos, sobre todo por el lado de los fertilizantes que utilizan al GN como insumo de producción.
Es la hora que se hagan planteamientos desde los colegios profesionales para un cambio de rumbo, con racionalidad técnica, económica y legal.
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