¡Luchadores por la libertad!

La semana pasada acepté la invitación para participar en la Conferencia Política: “Acción Conservadora CPAC México 2024”, que congregó a reconocidos políticos, periodistas y autoridades de México, España, Estados Unidos, Colombia, Chile, Perú, entre otros; y pude compartir una reflexión que quiero replicar brevemente.
Sin duda, el marxismo configura el discurso de odio más difundido en la historia de la humanidad, que ha costado millones de vidas humanas en el Perú y el mundo entero. En 2021, en un proceso electoral con muchos cuestionamientos, el Foro de Sao Paulo puso a uno de sus alfiles en el poder, Pedro Castillo, quien llegó con la amenaza permanente de convertir al Perú en otra nación del eje chavista, una sociedad empobrecida y corrupta. Ante ello, los peruanos nos movilizamos durante meses para manifestar nuestra oposición a sus políticas económicas nefastas y a las pretensiones de cambiar la Constitución y abolir nuestras libertades. Finalmente, luego del fallido Golpe de Estado, el marxismo, con sus fuertes alianzas regionales como son el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla, fracasó en su intención de perpetrar un régimen de corrupción y pobreza en América Latina.
Pero el marxismo no es la única amenaza totalitaria que enfrentamos, también el progresismo globalista, que es igual de totalitario, igual de nefasto; pero el progresismo no utiliza coches bomba o milicias fanáticas para imponerse por medio del terror y la violencia, lo hace a través de ONGs y organismos internacionales.
En nuestro país no hemos permitido que introduzcan el aborto, el matrimonio homosexual, la eutanasia, los vientres de alquiler, la ideología de género, el acuerdo de Escazú ni la Convención Americana sobre toda forma de discriminación e intolerancia. Y lucharemos para que sea así siempre, pues ese es el legado que queremos dejarles a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos.
Una nación no se engrandece con políticas públicas, se engrandece cuando se preserva y alienta el desarrollo de las familias, cuando estas promueven valores, crían a sus hijos en virtudes y cultivan el intelecto y el espíritu.
No permitamos que las universidades sean medios de propaganda woke, dedicadas a imponer y censurar cualquier debate. Si permitimos que nuestras universidades vayan contra el sentido común, contra la ciencia, contra la historia, contra el lenguaje, entonces van contra el desarrollo de nuestras naciones.
No estamos solo para defender un modelo económico, sino para proponerles a nuestros pueblos una sociedad económicamente justa y humanamente digna.
¡Dios bendiga a los pueblos de América!

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