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Luis Fernando Figari debe ser extraditado

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Fecha Publicación: 17/08/2024 - 20:40
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El Estado de la Ciudad del Vaticano, luego de que una comisión de la propia Santa Sede fuera enviada a nuestro país, decidió hace muy pocos días expulsar al laico consagrado Luis Fernando Figari del Sodalicio de Vida Cristiana, que él mismo fundó en 1971. Lo hizo luego de confirmar, por sus investigaciones, la evidencia de las imputaciones de abusos sexuales de las que fue objeto, a la luz de innumerables testimonios en ese sentido, que se han mostrado realmente irrebatibles. La Iglesia no solo debe ser justa, sino también parecerlo, y asumo que ese es el mensaje del papa Francisco.

Conozco mucho sobre la vida de los sacerdotes, particularmente de la Congregación de Padres Vicentinos en el Perú –crecí privilegiadamente bajo su manto formativo, como otros coetáneos míos en la parroquia San Vicente de Paúl de Surquillo–, y porque sé de la extraordinaria labor evangelizadora, educativa y de caridad que realizan por los pobres, principalmente, quiero destacar que defiendo con convicción la excelsa obra de la Iglesia. Pero otra cosa es la impunidad camuflada en recursos y pretextos, que permitió a Figari mantenerse “protegido” en medio del amplio rechazo, tanto dentro como fuera del Perú.

A su expulsión, entonces, debe seguir, en consecuencia, su extradición hacia el Perú, para que sea juzgado como corresponde, conforme a las reglas del derecho, contando con lo más importante: el tratado de extradición entre el Perú e Italia. Quiero, además, recordar que Francisco, el primer papa americano, es, sin duda, el pontífice de los grandes cambios en la historia de la Iglesia contemporánea. Desde que asumió el liderazgo, se ha mostrado decidido a realizar profundas transformaciones en el modus vivendi y en el gobierno interior de la Iglesia.

Por ejemplo, durante su pontificado –ya van 11 años– derogó aquella norma eclesial que permitía el secreto pontificio sobre casos de naturaleza sexual –pederastia–, que hasta entonces protegía a los autores de estas acciones de la justicia. Francisco le dijo no a la impunidad intramuros, superando el escándalo que la propia Iglesia evitó a cualquier precio en distintos momentos de su historia de 2 mil años. Ahora, la información sobre casos de abuso sexual debe llegar a manos de la justicia civil, que es donde deberá determinarse la sanción y la pena, como es lo que deberá pasar con Luis Figari.

Queda claro que el papa argentino no es ningún cándido eclesial y, habiendo concluido la detección de cuestiones inmorales, se decidió a combatirlas. Sabe que los casos conocidos, como el de Figari, afectan a la Iglesia, más allá de que aprendimos en el catecismo que la Iglesia es una, santa, católica y apostólica. Francisco tiene muy claro que es peor proteger con el silencio estos escándalos, que, a estas alturas de la vida internacional, no se pueden ni deben ocultar.

Recordemos que la Reforma Religiosa del siglo XVI fue uno de los momentos más críticos del cristianismo, y la Iglesia pudo salir adelante no solo por la Contrarreforma, sino también por los verdaderos propósitos de enmienda. Los imputados como Figari, que creyeron que podrían continuar sus días en el olvido por parte de sus víctimas, se equivocan, pues estas jamás borrarán de sus mentes la desgracia ocasionada, solo atenuada cuando la justicia civil haga su trabajo y les aplique, con severidad, el castigo que merecen.

Figari, en consecuencia, una vez que sea efectivizado su retorno al Perú, y –repito– luego de su juzgamiento, que concluirá, sin duda, en su condena, deberá ser encarcelado, porque es lo que merece. El Ministerio de Justicia deberá informar sobre este caso, que mantiene a la opinión pública inquieta y muy atenta.

(*) Excanciller del Perú e Internacionalista

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