Maduro contra las cuerdas
Por distintas razones —y a cada momento con más intensidad— la subsistencia del sátrapa Maduro, heredero del impresentable Hugo Chávez —ligado al narcotráfico y contrabando de armamento—, viene generando graves tensiones geopolíticas y diplomáticas acerca de demandas que incluyen desde gigantes ligados a gremios energéticos —como ExxonMobil—, al igual que a acaudaladas mafias del submundo del tráfico de drogas y de armamento.
En todos los casos, destaca un elemento que mantiene contra la pared a Maduro: la seria disputa territorial que este mantiene con Guyana por la región del Esequibo y territorios marítimos contiguos. Este tema se ha agravado en estos últimos años, tras el inicio de la exploración y explotación de petróleo en esa zona por parte de Guyana, con participación de ExxonMobil. ¡Venezuela sostiene que el Esequibo le pertenece y Guyana rechaza semejante pretensión! Al respecto, Guyana viene apelando al apoyo en organismos internacionales y países como Estados Unidos y Reino Unido.
Otro factor que perturba severamente a Maduro es la presencia militar norteamericana delante de sus costas, realizando ejercicios militares con espectacular despliegue de buques de guerra que rodean las costas tanto de Guyana como de Venezuela. Maduro denuncia este hecho como una “grave afrenta contra la soberanía y seguridad de su país”. Aunque lo que en realidad sucede es que Maduro transforma en afrenta la amenaza norteamericana de aumentar de veinticinco a cincuenta millones de dólares la recompensa a quien dé información que conduzca a su arresto, como jefe de la camorra venezolana del narcotráfico y tráfico de armamento. Crímenes que son un incuestionable peligro para la supervivencia y seguridad de la humanidad.
Las diferencias políticas de Maduro con gobiernos caribeños y latinoamericanos, sumadas a las sanciones internacionales impuestas fundamentalmente por Estados Unidos, lo aíslan cada vez más y multiplican aquel clima internacional de desconfianza y conflictividad que lo mantiene más desprestigiado y más aislado. Excepto, desde luego, de Rusia, China y Corea del Norte, donde Maduro es ficha clave en el ajedrez que juega este trío enemigo de Occidente.
El mayor riesgo de esta escalada estriba en la disputa entre Venezuela y Guyana por el Esequibo, con la intervención de potencias extranjeras tras el hallazgo de grandes yacimientos petroleros. Si bien ambas partes han apelado a canales diplomáticos y a la Corte Internacional de Justicia, la tensión aumenta con los ejercicios militares delante de Maduro.
El futuro de Maduro es tan negro como su alma; aunque alma no tienen los sujetos como este. Esta evidencia de su inestabilidad mental lo pone cada día más esquizofrénico, alucinando que Rusia, Corea del Norte y China romperán fuego contra EE. UU. para salvarle las castañas.
Pero ni Washington —como seguramente tampoco Rusia y China— están dispuestos a llegar a una confrontación de proporciones impredecibles por un sujeto como Maduro. Antes se producirá una revolución en Venezuela, incluyendo a Maduro preso, juzgado y condenado.
Hay riesgo de que la tensión escale si ocurre algún incidente significativo o si las cosas se ponen violentas. Pero hoy el mundo está demasiado complicado como para salvar a Maduro.
Mira más contenidos en Facebook, X, Instagram, LinkedIn, YouTube, TikTok y en nuestros canales de difusión de WhatsApp y de Telegram para recibir las noticias del momento.