Maduro en su laberinto
¿Cuál es la explícita estrategia geopolítica norteamericana tras el despliegue naval alrededor de Venezuela y el Caribe, que incluye destructores, submarinos y aviones de combate? Oficialmente ha sido justificada como “parte de una operación antinarcóticos”, dirigida contra el Cártel de los Soles y el clan Tren de Aragua, ambos vinculados al régimen de Nicolás Maduro.
Según el Pentágono, se trata de un “operativo” dirigido a “interceptar cargamentos de droga” que zarpan del mar de Venezuela y desembarcan en puertos y/o playas estadounidenses. Incluso Washington difundió un video sobre ataques en aguas internacionales a embarcaciones repletas de droga, operadas por gente del Tren de Aragua; mafia criminal —tanto como el Cártel de los Soles— que, para Washington, califica como organización terrorista, permitiéndole de esta manera ejecutar acciones militares sin la necesidad de declarar una guerra formal.
Por donde se le mire, esta operación militar está concebida para ejercer presión sobre Maduro, a quien Washington considera un auténtico peligro para el continente. Es más, el presidente Trump ha duplicado la recompensa por la captura de Maduro, de 25 hasta 50 millones de dólares. En simultáneo, Trump ha desplegado la mencionada flotilla de su armada, incorporando a naves con capacidad ofensiva muy significativa (destructores artillados con misiles Tomahawk, submarinos nucleares, etc.), con intenciones de intimidación más allá de lo operativo. Asimismo, el secretario de Estado, Marco Rubio, calificó a Maduro como “fugitivo de la justicia estadounidense”.
Por su parte, el tirano Maduro ha reaccionado inventando lo que denomina una “etapa de lucha armada para movilizar a 4.5 millones de milicianos”. Como si solo con una poblada de exaltados chavistas pudiese enfrentar el menor gesto de poder de Estados Unidos. Más aún, tomando en consideración el absoluto desprestigio internacional en que está aquel extraordinario país, hecho flecos por Chávez y Maduro.
Y según su mesa de noche, Diosdado Cabello, la situación fabricada por Washington “se asemeja a los momentos previos a la guerra de Vietnam, donde EE. UU. se encontró con una estrategia de resistencia asimétrica de defensa que enervó sus planes de guerra.” No obstante, todo confirma que Estados Unidos ha estudiado, organizado y ejecutado un operativo militar con claro objetivo táctico (narcotráfico), y una evidente maniobra política de presión para desestabilizar y/o advertir al régimen de Maduro de que, hoy, su decisión va en serio. El mensaje es definitivo: Washington quiere demostrar que tiene capacidad y voluntad de actuar contra quienes considere que son un peligro para la estabilidad democrática y geopolítica de América. Además, porque ante el caótico estado en que se encuentra Venezuela, no hay —ni por azar— estrategia alguna de reconstrucción institucional postchavismo.
Evidentemente, la coyuntura por la que atraviesa Maduro es dramática. Sus incondicionales guardaespaldas de antaño —China, Rusia y Corea del Norte— lucubran otros planes, sin salir en su defensa en los actuales momentos; mientras que la crisis europea —por Ucrania y posiblemente Polonia, sumada a la crisis en Medio Oriente— concentra la atención de aquellos ejes de poder que defienden la democracia, de un lado; y del otro, combaten el totalitarismo.
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