Mañana es Nochebuena…
…y el miércoles Navidad. A paso ligero les siguen Año Nuevo, Pascua de Reyes. Cuando los coronados no han terminado de entregar sus regalos, ni se han sentado, con igual paso aligerado, ya están asomando los muy alegrones Carnavales. Y así en unas pocas semanas con la Estrella, la mirra, el pavo, tamales, los brindis, reventazón de cohetes y cohetones, disfraces y bailes, el almanaque ve pasar sus primeras hojas a las que seguirán esas otras en que el rojo señala el día de fiesta, los feriados, esos esperados días para dejar el trabajo entregado a un breve sueño. Y así desfilan las fechas que serán fiestas y feriados en que con mucha o muchísimas ganas, no descarto las casi inexistentes, participamos de algún festejo que traía de bandera la diversión, o con más satisfacción gozamos de un día descanso en que nos regalamos con esa fantástica situación, descansar sin pensar en nada.
Hoy me siento a escribir esta Crónica después de haber iniciado varias pruebas que quedaron como fuentes de las que tomé y usaré unos fragmentos que se mezclarán con lo que escribiré en los siguientes renglones en que irán apareciendo como fantasmitas irreconocibles. Tienen esa cualidad de mezclarse sin perder conexión y sin demostrar que son rescoldos de esos textos que ya desmenucé. De las ideas que quedan hay una que me da la posibilidad de regresar sobre los recuerdos puestos en custodia en esos que llamo cofre de recuerdo que hoy he abierto un par, talvez tres, puede que hasta cuatro, difícil asegurar, porque hay materia que se apareja en unos y otros, esto, por tener materias cercanas similares. Lo curioso del tema, hoy en unos de estos cofres descubrí que tienen, llamaré, espacios libres, vacíos que han dejado esos recuerdos que eliminé y también olvidé. Eso digo porque en los que abrí buscando en la sección Navidad y un par más de parcelas había esta condición de vacío causada por el borrón sin cuenta nueva, borrón buscado que se llevaba de encuentro amistades, momentos, objetos, pero también están esos borrones que simplemente son olvidos y punto.
En el cajón de Navidad, busqué lo que tenía relación con la imaginería que acompañaba los Nacimientos a los que me acerqué, míos y ajenos, públicos y privados, y allí eran tema las figuras. Volví como en anteriores ocasiones a recordar esas figuras de Huamanga que fueron parte de los pequeños “misterios” que mi abuelo Alfredo Cavagnaro Herrera había enviado desde Huancavelica a mi madre Isabel y su hermana Norah, del que tengo José, María y el Jesús recién nacido, es color natural con unos muy delicados detalles dorados. Lo especial es la belleza de los rostros y manos; de los padres y las simpáticas pestañas del buey y el burrito, que están en la foto. Los recuerdos vinieron en hilván desde mi niñez en Tacna y escogí los dos personajes con ofrendas. Sus vestidos están repitiendo la moda en que fueron hechos. Las chaquetas, zapatos y pantalones son buenos referentes, el que lleva el carnerito, viste chaqueta con pequeños toques verdes que podrán sugerir flores; la del otro personaje, con el cuello alzado, es corta, a la cintura. Me devolvieron a los días de 7 Días y la conversación con los dos amigos con que almorzamos se fue a don Pedro Beltrán Espantoso y los días en La Prensa. El Niño Dios, como siempre lo conocí, era quien en Tacna escuchaba los pedidos de los regalos, nunca fue Niño Manuelito y Papá Noel no existía. El que hoy nos acompaña en la foto era parte del conjunto de piezas que seleccioné de la colección de Aurorita Varda y publiqué el siglo pasado en un número de Cores. Este me abrió otra ruta de recuerdos con presencias olvidos y retiros.
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