Manoseando a las FFAA
El Perú tiene una deuda inmensa con sus militares. Defendieron a la ciudadanía -y al sistema democrático- sin dudas ni murmuraciones. Murieron varios miles de soldados, otros quedaron lisiados y la mayor parte de ellos acabaron traumados de por vida, tras aquel sanguinario ataque terrorista emprendido por sendero luminoso y mrta. Inclusive muchos de ellos aún siguen encarcelados, soportando la humillación impuesta por una casta progre-caviar ideológicamente podrida, constituida desde entonces –al amparo de una miserable comisión de la mentira- en el santo grial de la democracia peruana. Esa misma Fuerza Armada batallaría en condiciones de extrema dureza para defender el territorio norte nacional, en la llamada “Guerra del Cenepa”. Honor y gloria para sus héroes, que lo son de la patria.
A lo largo de la historia los militares han sido utilizados de manera indigna, abusiva y contraria al interés nacional por gobernantes autócratas que, presumiendo de Mesías y abusando del poder, obligaron a nuestras soldados a quebrantar la democracia y el Estado de Derecho pretextando alguna “revolución por el bien del pueblo”. Juan Velasco fue uno de esos tiranuelos que utilizó a la Fuerza Armada como guardia de choque, decidido a imponerse introduciendo un socialismo plagado de resentimiento social, infectado de rencillas y complejos de toda índole. Doce años de velasquismo empobrecieron -más que ningún otro régimen- a nuestra nación. Demandaría sangre, sudor y lágrimas levantar cabeza. Soportamos inclusive un cuarto de siglo de feroz terrorismo, y todo un lustro de gobierno fujimontesinista, sustituido por sucesivos presidentes “democráticos” que, salvo Alan García, se constituyeron en el eje de esa mafia caviar-marxista que polariza a los peruanos entre buenos y malos. A partir de entonces nuestro país se ha vuelto una nación ingobernable, al extremo que ahora se encuentra inmersa en un complicado estado de desastre tras haberse consolidado la miseria económica, el caos social-sanitario y la pendencia política.
En dos siglos de República -que conmemoramos el año entrante- ninguna gestión de gobierno ha mancillado, maltratado y usado a nuestras Fuerzas Armadas como lo hace –impunemente- este régimen impresentable. Vizcarra dio un golpe de Estado al clausurar el Congreso. Sin embargo, media hora después de consumado aquel cierre apareció por televisión -en palacio- rodeado de los comandantes generales de las FFAA y la Policía. Un sicosocial dirigido a mostrarlas sumisas al poder golpista. Luego el Legislativo dio curso a una primera moción de vacancia, y tras no alcanzar los votos Vizcarra volvió a salir fotografiado circundado por aquellos mismos jefes de las FFAA y policiales. Semanas después, el insignificante primer ministro emergería rodeado por los mismos comandantes generales -en trajes de faena- sugiriendo la plena sujeción de nuestros militares a un ya entonces Vizcarra imputado por corrupción y mitomanía. El broche de oro ha sido nombrar a los nuevos comandantes generales de las FFAA. Entre ellos a Manuel Gómez de la Torre, quien siendo jefe de Estado Mayor ordenase que sendos generales aparezcan en un programa televisivo trajeados con un mandilito rosado, para hacerle propaganda a la entonces ministra de la Mujer. ¡Qué país!