Martes de carnavales en diciembre
Noche de vergüenza aquella ocurrida el último martes 7, cuando 80 congresistas, 76 de ellos con su rotundo no y 4 con su calculada abstención (asimilable a un no como en todo caso en que se requiere un mínimo de votos para alcanzar una decisión) rechazaron admitir la moción de vacancia presentada contra P. Castillo.
Solo 46 congresistas de tres bancadas: Fuerza Popular, Renovación Popular y Avanza País, a los que se sumaron los votos de 3 dignos disidentes de sus bancadas aliadas al gobierno, votaron a favor de que admitiéndose la moción de vacancia se abriera paso a la presentación de Castillo ante el Congreso, ya sea personalmente o por medio de apoderado, para explicar no solo las siete razones que sustentaban la moción, sino los escandalosos hechos en torno a su repetida concurrencia a un lugar de encuentros clandestinos con personas que contratan con el Estado.
Pese a las evidencias, los congresistas defensores de Castillo se pusieron no tanto el antifaz carnavalesco sino una verdadera venda en los ojos, pretendiendo que defendían la gobernabilidad. Pregunto, ¿cuál gobernabilidad si cunde el desgobierno y producto de él hay recursos fiscales mantenidos ociosos pese a las necesidades de gasto oportuno y eficiente que impone la crisis sanitaria, hay fuga de capitales, cese de operaciones mineras y pérdida de empleos y actividades conexos a ellas, hay devaluación y alza de precios de los bienes esenciales con grave daño a la economía y bienestar de los más pobres.
El daño a la gobernabilidad derivado de la irresponsable decisión de los congresistas de mantener la opacidad inaugurada desde el primer instante de este gobierno, ya ha cobrado muchos frutos, entre ellos no solo la actitud lindante en lo ridículo de parte del gobernante de usar aviones del Estado para pasear a su familia, pese a que ya son 4 meses que cobra el sueldo de presidente que prometió no cobrar y preferir el de maestro, que ganaba sin trabajar aprovechando de licencia sindical permanente. A este posible peculado de uso, se agregan daños mayores como el de la claudicante tolerancia frente al desplante e irrespeto al país que supone que el expresidente de Bolivia, Morales, se permita lanzar desde nuestro propio territorio su proyecto de desmembramiento territorial del Perú en favor de un nuevo estado que, obviamente, él lideraría teniendo como comparsa a aquellos a los que como nuestro precario gobernante financió y logró, con fraude, que se hagan del poder.
El Perú y los peruanos estamos en peligro.
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