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Más Allá de la Popularidad

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Fecha Publicación: 01/03/2024 - 21:30
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En el escenario económico, Alex Contreras representó al ministro del “sí”, mientras que José Arista encarna hoy al ministro del “no”. Curiosamente, en este juego de roles, es justo decir que no es papel de los ministros de economía ser figuras populares ni amigables. Su deber es resguardar la caja fiscal, alimentada por nuestros impuestos, y comunicar a sus colegas ministros que el presupuesto es limitado, instándolos a administrar con prudencia los recursos asignados.

La tarea del ministro de economía es apretar el cinturón de manera equitativa, sin asfixiar a la sociedad. Debe prever contingencias, acumular reservas para tiempos difíciles, y ser el artífice de la financiación que garantice el pago oportuno a maestros, médicos y policías. Además, se espera de él una evaluación minuciosa sobre cuándo es apropiado contraer deudas, analizando plazos, tasas y oportunidades, evitando siempre endeudar esta y las próximas generaciones con pagos.

Históricamente, muchos ministros de economía han sido vilipendiados por su negativa a otorgar excepciones tributarias o aumentar salarios, así como por cerrar planes pensionarios insostenibles. Sin embargo, esas decisiones aparentemente impopulares nos colocaron en una posición ventajosa durante la pandemia, permitiéndonos tener reservas para adquirir lo necesario y otorgar bonos a quienes lo requerían.

Recordemos los días de Javier Silva Ruete y Jaime Quijandría, cuando el ministro de economía era considerado el segundo poder en el gobierno, gracias a su sabiduría en la toma de decisiones financieras. Hoy, lamentablemente, parece que la atención se centra en quién gasta más para mantener a todos contentos. El populismo es una sirena muy atractiva que se alimenta de dinero que no genera. Esta perspectiva es un error; es imposible satisfacer a todos y, al intentarlo, se corre el riesgo de desestabilizar las bases económicas.

Mientras que se decide a gastar a la loca o sin objetivos claros perdemos de vista la importancia de las políticas públicas dirigidas por el ministro de Economía y nos concentramos en la popularidad de sus decisiones. Un ministro de economía es el celoso guardián de nuestros fundamentos macroeconómicos y debe convertirse en casi su sumo sacerdote.

En un mundo donde la gratificación inmediata a menudo eclipsa la visión a futuro, es fundamental valorar la función esencial de estos guardianes del erario y reconocer que decir “no” en el momento adecuado no solo es valiente sino que puede ser la clave para un futuro económico sólido y sostenible.

Recordemos que los países que dijeron sí a todas las ideas populistas hoy se enfrentan serios problemas económicos. El trabajo de Arista debe conllevar un gran estrés y desgaste personal. Decir no es difícil, pedir cambios también lo es, pero muchas veces es lo que se debe hacer.

En lugar de evaluar a estos ministros por la aceptación momentánea de sus decisiones, los ciudadanos deberíamos apreciar su papel como arquitectos del bienestar económico futuro. Los ciudadanos deberíamos valorar el desafío representa no claudicar ante la presión de complacer a todos, priorizando la estabilidad financiera y la sostenibilidad a largo plazo sobre la gratificación inmediata.

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