Más Allá del Mensaje Presidencial

Como ya se ha vuelto tradición, este 28 de Julio el país volverá a escuchar con desinterés, y hasta con cierto desdén el mensaje presidencial. Se trata de un mensaje raro, en la práctica, una extraña mezcla entre un discurso para “dar cuentas” al país de lo que se ha hecho en los doce meses anteriores (algo así como el State of the Union, el mensaje anual de los presidentes de los Estados Unidos) y un discurso para plantearle al país lo que se pretende hacer en los próximos meses, como una especie de reiteración con cambios de las promesas de campaña y del discurso inaugural del mandato presidencial.
Y digo “raro” porque en la práctica nunca se detalle el porqué no sucedió lo que en Julio del año anterior se anunció con gran pompa y entusiasmo. En este sentido, los mensajes presidenciales son siempre apenas una mirada superficial a “algunos” avances o éxitos de la política general del gobierno y un silencio absoluto acerca de los fracasos, o medidas que apenas llegaron a medio camino de lo prometido sin que aparezca por el discurso ningún “mea culpa” absolutorio.
Por esta razón, esta parte del discurso presidencial apenas si consume entre un 10 a un 20 por ciento del mensaje. La mayor parte del mensaje patrio—de la inmensa mayoría de los mensajes presidenciales—lo ocupan las nuevas promesas, las nuevas “prioridades”, sin que se haga explícito el hilo conductor que insta al gobierno a adoptar dichas nuevas medidas. Se anuncian como se anuncian todas las nuevas medidas: como si fueran definitorias, transformacionales, verdaderos hitos en la ruta del Perú hacia el progreso y el desarrollo.
Todo dicho en ese tono grandilocuente que caracterizan a las políticas que nacen del apuro y la circunstancia y que por lo tanto están destinadas a ser parte de los minutos iniciales del año siguiente, ese que—como hemos señalado—apenas si es mencionado como parte del cúmulo de tareas inconclusas o que finalmente carecieron del impacto anunciado. Y así se nos pasan los años, y los mensajes presidenciales de Fiestas Patrias—entre el olvido y el engaño, entre la improvisación y el cinismo.
Por eso necesitamos algo más este 28 de Julio. Necesitamos una clara, honesta, y sencilla explicación del porqué—a pesar de no tener oposición política, al ser el gobierno de la Sra Boluarte parte de un co gobierno con los sectores mayoritarios del Congreso de la República—no ha podido avanzar en ninguno de los campos prioritarios del quehacer nacional—la lucha contra la delincuencia, la reactivación económica, y el retorno de las inversiones. Y necesitamos también saber con claridad qué debemos esperar—de manera concreta y con objetivos medibles—durante los próximos 12 meses, sin grandilocuencia. Sencillamente con la verdad a partir de los acuerdos que pudieran haber alcanzado con sus socios en el Congreso de la República. Nada más, pero tampoco nada menos.

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