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Más amistad en las empresas

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Fecha Publicación: 18/12/2019 - 21:20
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Diciembre suele ser un mes de celebraciones. En las oficinas no faltan las decoraciones, los villancicos ni los intercambios de regalo. Navidad siempre es reencuentro, navidad tiene el sabor a amistad. Imposible no jugar al amigo secreto, dejarle notitas o chocolates en el escritorio deseando que tenga una bonita semana. Ojalá Este fuera un juego que tuviera lugar más seguido en nuestras vidas.

Hace unas semanas, compartía en una tertulia algunas notas sobre la amistad. Mientras las preparaba, pensaba en lo bonita que es esta virtud y en el poco interés que a veces le tomamos. ¿Será verdad aquello que decía Aristóteles sobre que se puede ser feliz sin dinero y sin poder, pero no sin amigos? ¿Si esto es cierto, por qué ponemos tan poco detalle en el cuidado de nuestros amigos? Hoy mencionaré tres características de la amistad que me parecen muy importantes.

A diferencia de lo que sucede con las relaciones familiares en las que los lazos nos vienen impuestos, nuestros amigos lo son por elección. Quiero a mis amigos porque quiero quererlos. En palabras de Carlos Llano, “soy amigo porque quiero y no se trata solo de querer al amigo (afectividad), sino especialmente querer el bien para el amigo”; es decir, a mi amigo lo quiero y además quiero que siempre esté bien, que le vaya bien y que su crecimiento personal nunca se detenga. Lo quiero genuinamente, no por lo que obtengo de él, sino por él mismo. Queda muy lejos de la amistad ese interés propio del networking, en el que nuestro acercamiento a alguien es solo por lo que puedo obtener de esa otra persona (reconocimiento, recomendaciones laborales). La amistad cuyo centro es el bien útil, no es verdadera amistad, dice Aristóteles.

La amistad también tiene ese bonito sentido de reciprocidad en el que no solo una de las partes busca, ayuda, se preocupa, sino que entre ambos amigos hay una preocupación real y sincera por el bien del otro. En su libro “La Amistad en las Organizaciones”, Carlos Llano, siguiendo a Francisco Ugarte, detalla algunas notas características de la amistad. Dice el autor que a mi amigo: debo aceptarlo como es, debo estar dispuesto a ayudarle a superarse y debo ser asequible a que me ayude a superarme.

Finalmente, no es posible amar lo que no se conoce; por tanto, me es impensable un amor de amistad hacia alguien con el que no desarrollo vínculos personales fuertes. Francisco Bobadilla lo dice así: “La amistad necesita lazos… Querer, saber querer, dejarse querer, son etapas de la amistad y el principio de ella es el conocimiento. Sin conocimiento del otro no hay amistad. Y para conocer hace falta tiempo…”. Es cierto que el día a día a veces viene complicado, las agendas se llenan y el tiempo suele ser un recurso escaso; sin embargo, hay que hacer espacio para aquello que es importante y bueno en nuestras vidas y el ejercicio de la amistad lo es. Pongamos día y hora para la visita, la llamada o el mensaje a quienes consideramos nuestros amigos, no dejemos que solo diciembre sea el mes de los encuentros y del chocolate con ellos.

Guiselle Camacho Olivares