Más burocracia ¿resultado? más ineficiencia
Este gobernante -como hacen los golpistas- cree que en esta vida todo se soluciona de manera facilista. Es la simpleza que impone la prepotencia como vía de escape a su ineptitud. Nada más nefasto que esta fuga hacia adelante de quien se ha apropiado del poder inconstitucionalmente, sin saber qué hacer para disimular su desmanejo de la cosa pública.
Las cifras lo dicen todo. El año pasado el régimen vizcarrista ejecutó menos del 60% del presupuesto. Y para parchar su ineficacia no tuvo el menor empacho en trampear a la opinión pública. ¿Cómo? Primero promulgando -este año- un decreto de urgencia reduciendo el presupuesto del ejercicio anterior, para relativizar hacia abajo el déficit del gasto estatal. Un ardid a todas luces falsario. Y en segundo lugar, transfiriendo millones de soles a través de libramientos por montos menores -apelando también a otro ucase de urgencia- en calidad de “adelanto” a sendos contratistas encargados de tal o cual proyecto.
El mismo modelo que utilizaron el entonces gobernador moqueguano Martín Vizcarra -actual presidente del país- y su fiel gerente-escudero, Edmer Trujillo -hasta ahora ministro de Transportes- operación por la cual la Contraloría ya denunció a ambos y la fiscalía viene investigándolos. En otras palabras, la gestión de Vizcarra ha sido un mamarracho. Porque haber ejecutado tan sólo 60% del presupuesto de todo un ejercicio equivale a demostrar que el suyo es un gobierno incapacitado para administrar la vida y hacienda de los peruanos. Casi mitad de las expectativas quedaron truncadas debido a la falta de gestión de una administración politizada abocada a consolidar un golpe de Estado disfrazado de democrático. Si algún aprista o un fujimorista hubiese producido tamaño atentado contra el primer poder del Estado -el Legislativo- en iguales términos que lo hiciera Vizcarra, que no le quepa la menor duda, amable lector, que hoy estaría condenado por la progresía marxista peruana y la izquierda internacional. No obstante, Vizcarra se salió con la suya porque el golpe lo produjo de la mano de esta progresía marxista abocada a menoscabar el Estado de Derecho y a arruinar nuestro país.
Apostilla. El anuncio del régimen golpista de crear otro ministerio para que se encargue de las inversiones del Estado -como si el sólo hecho de contratar más burocracia fuese a solucionar la abracadabrante incapacidad de la gerencia del país, que manejan el jefe de Estado y su gabinete ministerial- es prueba palparía de la ineptitud de quien propone semejante tontería. ¡Todo lo contrario! Más burocracia únicamente complicará más las cosas, encarecerá más el gasto público y jamás resolverá los yerros que crea la enorme medianía de quienes dirigen el Estado desde sus más altas esferas. Empezando por el presidente Vizcarra -repetimos, perpetrador de un golpe que insiste en pasarlo por agua tibia, aunque la realidad lo desmienta- quien por todo capital exhibe su mediocre paso por Moquegua y la clausura del Congreso (llamándolo obstruccionista) porque su propia mediocridad le impedía gobernar bajo las reglas de juego de la democracia. Empezando por la tolerancia, la sagacidad y el diálogo.