Más cerca de la confrontación
La aprobación de la acusación por traición a la patria a Pedro Castillo en la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales, ha suscitado no solo frenesí y berrinche en Castillo y su gavilla, sino también temor de que, en algún descuido de sus secuaces y los numerosos “niños” sobornados en el Congreso, la oposición pueda alcanzar los votos necesarios para lograr alguna forma de destitución, como por ejemplo la suspensión en el cargo.
Por ahora no está claro si eso es posible y las consecuencias que tendría, dado que la denuncia contra Dina Boluarte todavía está encarpetada.
La acusación también ha provocado un debate interminable e incomprensible para la inmensa mayoría de legos en la materia, muchos de los cuales sin embargo opinan con ligereza sobre el tema.
Pero igualmente ha motivado discrepancias entre los adversarios del corrupto comunista inquilino de Palacio, dado que algunos creen que ese no es el camino adecuado para echarlo del gobierno que ilegítimamente ocupa.
Finalmente, en este caso, como en la vacancia y otros mecanismos constitucionales, la interpretación de la Constitución corre a cargo de los congresistas y se resuelve con votos.
No obstante, un tema que no está siendo calibrado adecuadamente es que cualquier avance en algún mecanismo que lleve a expectorar a la banda que ha asaltado el gobierno, suscita una reacción de parte de esa pandilla, que se traduce en la aceleración del propósito que acarician desde el principio, disolver el Congreso y luego liquidar la fiscalía y la prensa independiente.
Para ello cada día dan nuevos pasos, algunos de los cuales pasan desapercibidos. Por ejemplo, acaban de pasar al retiro a los generales del Ejército Miguel Gonzales Bojórquez, jefe del Comando Especial Vraem, y Rubén Castañeda Layseca, jefe de Inteligencia del Comando Conjunto (G2), que jugaron un papel clave en la Operación Patriota de agosto pasado, que golpeó duramente a los remanentes narcoterroristas de esa zona. (Resoluciones N° 117 y 124-2022 DE).
También intentaron sacar de la Dircote a otro de los participantes en esa operación, el general PNP Óscar Arriola, pero tuvieron que retroceder. No obstante, están esperando la ocasión propicia para echarlo.
Ahora que ya han logrado un control decisivo en el Ministerio del Interior y la Policía Nacional, necesitan el dominio del Comando Conjunto y terminar de avasallar al Ejército. Cuando consigan eso, con algún pretexto absurdo, como la cuestión de confianza que presentaron hace algunos días o cualquier otro, y provocando una asonada con algunos centenares o unos pocos miles de matones a sueldo, procederán a cerrar el Congreso. Al que probablemente nadie, o muy pocos, defenderán.
Por eso, insisto, cada día que pasa ellos se acercan a su objetivo. Si lo logran, ya no habrá retorno posible, como lo enseñan otras experiencias del continente. Por ello, se requieren soluciones radicales.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter e Instagram, y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.