Más de 200 mil muertos por COVID-19 y no aprendimos nada
Pareciera que los 221,583 muertos por COVID-19 al cierre del 2023 (según el portal Datosmacro.com) hubiese sido un espejismo, algo que nunca sucedió, que esas cifras fueron inventadas, esto último en versión de los negacionistas de la letalidad del virus; pero resulta que dolorosamente sí ocurrió y puso de cabeza y media no solo a nuestro país, sino al mundo entero.
¿O ya olvidamos las largas colas para adquirir oxígeno para los enfermos, la súplica por una cama UCI?, de cómo el virus condenó al acuartelamiento a millones de personas, en tanto se improvisaban cementerios y en varios países se arrojaban a los ríos los cadáveres o los cremaban hasta en las calles.
Aquellos que sobrevivieron a la pandemia, los que la muerte les arrebató a un ser querido saben que sí ocurrió un desastre de Salud a escala mundial. Pero, como seres contradictorios que somos y muchas veces, pagados de nuestra suerte, creemos que todo es periódico de ayer, que la vida continúa y que las actividades cotidianas y de comercio no pueden parar, máxime en un país con una economía en recesión, esto último es entendible, no nos podemos dar el lujo de parar, pero tampoco el bajar la guardia ante la omnipresencia de un virus que llegó para quedarse, de todo esto lo hemos leído, escuchado y visto a rabiar en los medios.
Sin embargo, un grueso sector de la ciudadanía ante la llegada de las vacunas allá por el 2021 o por la creencia de una inmunidad de rebaño (o colectiva), ha abandonado su esquema de vacunación o el hacerlo periódicamente, habiendo ganado espacio la corriente de los antivacunas por el temor de eventuales secuelas, corriente que científicamente, no puede rebatir la eficacia de las vacunas en el propósito de prevenir la muerte o el estadio de llegar a una Unidad de Cuidados Intensivos.
Y en este extremo del abandono de la vacunación, doble responsabilidad la tiene el ente rector para enfrentar la crisis sanitaria, el Ministerio de Salud, porque teniendo un considerable stock de vacunas, desactivó los centros de vacunación en lugares de alta afluencia de gente en todo el país, tiraron la toalla en las campañas de concientización o de hacer piquetes de trabajadores de la salud que de forma itinerante fuera por lugares estratégicos en búsqueda de aquellos pobladores a los que les era oneroso alejarse de sus zonas para cumplir con sus dosis.
Pero ya la cereza del helado ha sido, que ante el incremento de casos confirmados de COVID-19 (113) y de muertes de los últimos días (22), el MINSA recién le metió el acelerador reactivando los vacunatorios y haciendo uso en su caso, de un lote de vacunas vencidas sin haber cumplido con informar a la opinión pública de la existencia del sustento técnico autorizado que las validase. ¡Francamente!, para mandar mínimamente a su casa a los responsables.
¿Y la población?, esta debe seguir haciendo lo suyo, vacunarse, pensar en los vulnerables de sus casas a quienes les pueden llevar el virus con todas sus mutaciones, no toser sin taparse la boca, si están resfriados usar mascarilla, como también si están en lugares hacinados, volver al hábito del lavado de manos frecuente o al uso de alcohol para desinfectarse (en tiendas y restaurantes han sido retirados), hacer caso de las recomendaciones médicas si el virus les golpea con fuerza, hay que cuidarse de motu proprio, el Estado no lo hará.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, X, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.