Más de dos millones de niños no tienen vacaciones en el Perú
Mientras la mayoría de los niños y adolescentes del Perú dejaron las aulas para disfrutar de unas plácidas vacaciones, Jorgito salió a trabajar e intentar vender luces de bengala y cotillón durante los días previos al Año Nuevo con la esperanza de juntar algo de dinero para poder comer.
Como Jorgito, más de 2 millones de niños y adolescentes —entre 5 y 17 años— se ven forzados a trabajar para poder sobrevivir, según la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho). Lamentablemente, ellos no gozan de vacaciones y quizá jamás puedan ir al colegio.
El trabajo infantil es una forma de violencia que vulnera todos sus derechos y les roba su niñez. Más aún considerando que el 65% realiza trabajos peligrosos, según un informe del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS).
Esos niños están en su propia batalla contra la desnutrición. Sin acceso a la alimentación, estarán más propensos a enfermarse o morir, incluso 11 veces más que los niños bien nutridos, según Unicef.
Y es que la desnutrición impacta negativamente en su sistema inmunológico, así como en su desarrollo físico y cognitivo. ¡Son más de 2 millones de niños que quizá nunca puedan llegar a la adultez! Es terrible esta situación y no podemos quedarnos con los brazos cruzados.
Para el 2025, el titular del MIDIS solicitó un presupuesto de más de S/ 7 mil millones, señalando que parte de ello será para mejorar los programas alimenticios. Ojalá que así sea, pues es lamentable ver denuncias de corrupción contra el Programa de Alimentación Escolar Qali Warma, sea porque se favorece a una empresa proveedora de alimentos o porque los productos llegaron en mal estado o no se brindaron oportunamente.
Qali Warma brinda desayunos en los 55 mil colegios públicos del país. Según un estudio realizado por economistas de la Universidad del Pacífico, se concluyó que sería oportuno que también brinde almuerzos en las escuelas, ya que así se podría reducir el trabajo infantil en el Perú y mejorar los índices de nutrición.
Considero que también sería conveniente brindar esas raciones no solo durante la jornada escolar sino, además, durante las vacaciones escolares, sobre todo en las localidades de extrema pobreza. Entendamos que cuando un niño pobre acude al colegio, por lo menos se le está asegurando el desayuno, pero cuando deja de ir al colegio, su alimentación disminuye.
Otra alternativa sería mejorar, en paralelo, la labor y la gestión de los 13 mil comedores populares del Programa de Complementación Alimentaria (PCA), que también son atendidos por el MIDIS.
Igualmente, sería necesario descentralizar más las compras de alimentos para que cada colegio o comedor popular adquiera los productos más cercanos a sus zonas, según determinadas tablas nutricionales que el MIDIS asignaría.
Así, se aseguraría que los productos lleguen a tiempo y no se malogren en el camino. Adicionalmente, se compraría a los productores de las zonas, generándose mayor empleo.
Y, para evaluar el resultado de esta descentralización operativa, el Ministerio de Salud tendría que hacer más evaluaciones periódicas de talla y peso en los colegios para ver de qué manera se va mejorando la nutrición de los niños y adolescentes en cada zona. E igualmente, brindar las orientaciones y atenciones necesarias a docentes, padres y estudiantes.
Pero lo más importante es que el Estado y el sector privado orienten sus esfuerzos a reducir la pobreza extrema para evitar que niños como Jorgito se vean forzados a salir a trabajar y, sobre todo, para frenar la mano de quienes los esclavizan en minas informales, campos de cultivo o en centros de explotación sexual y producción de drogas.
Todos estamos llamados a frenar hoy estos tipos de violencia contra los niños y adolescentes del Perú.
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