Más disparates de Castillo
La incoherencia de Pedro Castillo es probablemente in-co-rre-gi-ble. No solo no tiene idea de lo que hace, sino de lo que dice. Es un confuso, inconexo y disparatado sujeto que, desconocedor de la dialéctica, recurre a la estupidez, a lo absurdo, como mantra para tapar su claramente auto reconocida incultura. ¡Es decir, Castillo habla tonterías cada vez que abre la boca! No sólo porque genera una verborrea incongruente, sino porque le pasa igual cuando lee, pues evidentemente no entiende lo que le escriben. ¿Es posible que un individuo con estas limitaciones ejerza la presidencia de este país, lo que implica garantizarle la vida, salud y hacienda a 32 millones de peruanos?
Cada día que Castillo aparece perorando o balbuceando en público lo que le escriben, se muestra más enredado en su lógica desvariada. Recientemente proclamaba a todo pulmón que “las principales calificadoras multinacionales sitúan al Perú como una de las economías de la región que muestra los mejores resultados”. Si Castillo tuviese un mínimo de intelecto razonaría coherentemente y comprendería que, si el Perú aún es una economía que brilla dentro de una Latinoamérica cada vez más secuestrada por el comunismo sudaca, es porque durante quince años consecutivos cuatro sucesivos presidentes (Fujimori, Toledo, García, Humala) respetaron plenamente la Constitución de 1993. Esta garantiza un régimen de economía social de mercado, y pone candados a esos frenesís de dispendio de los populistas que acaban multiplicando unos déficits que termina pagando el ciudadano a través del flagelo de la inflación, y sumiendo en la miseria a los estados que caen en esa corrupción por desviarse de la lógica financiera, donde dos más dos son cuatro; no tres y medio ni cinco. De manera que, pese a estos tragicómicos siete meses de desgobierno por parte del régimen Castillo, nuestro país ha resistido -aunque recientemente ya empezó a boquear- los anatemas socializantes impuestos por el actual presidente de característica comunista/senderista. Conclusión. La Constitución de 1993 es responsable exclusiva y excluyente del éxito económico, reconocido mundialmente, que ha mantenido el Perú durante las últimas dos décadas.
Con su mensaje contrafáctico para llevar agua a sus molinos, Castillo quiso arrogarse un éxito ajeno; el de la Constitución de 1993, que pretende invalidar demandando la convocatoria a una asamblea constituyente para imponer una Carta Magna semejante a las de las fracasadas Cuba, Venezuela, Nicaragua o Bolivia. Allá donde los pueblos padecen hambre y fundamentalmente adonde no existe democracia, libertad, y donde se sobrevive sin Estado de Derecho, sin seguridad pública, estabilidad, predictibilidad ni esperanza. Castillo se desvive mostrando una crisis socioeconómica sin parangón como éxito de sus siete meses “gobernando”. Su delirio es transformar primitivamente las bases del Estado, politizando y pervirtiendo al extremo la calidad de sus ministros y altos/intermedios funcionarios, para imponerlos en el organigrama estatal.
No permitamos que sigan engañando al pueblo, amigo lector. Proteste. Haga escuchar su voz ante su círculo familiar laboral y amistoso. Denuncie esa táctica de los castillos y cerrones que buscan imponernos una Constitución que nos convertirá en un país de zombis.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter e Instagram, y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.