Más sindéresis, señores parlamentarios
Una cuestión previa, amable lector. ¿Usted cree que en medio de la gravísima coyuntura por la que está atravesando el país, acaso es aceptable que la Mesa Directiva del Congreso permita que continúe el vicio de la asistencia virtual de los congresistas –ideada exclusivamente para sortear los efectos de Covid 19- tanto a las sesiones relacionadas a las diversas comisiones, como a las del Pleno del llamado Primer poder del Estado? ¿Es posible que en estos días en que se define el destino de la esencia misma de nuestra patria, aceptemos los contribuyentes que con nuestro trabajo remuneramos a estos galifardos que se creen todopoderosos por haber recibido apenas diez o quince mil votos para ejercer el cargo de parlamentarios, muchos sin siquiera saber leer ni escribir? ¿Es tolerable, repetimos, que tengan la insolencia de participar virtualmente en las sesiones adonde, reiteramos, se debate nada menos que la supervivencia misma de la Democracia y el Estado de Derecho en nuestra nación; en vez de hacerlo personalmente, como ocurre en cualquier país civilizado y, sobre todo, responsable y patriota? ¿Qué creen estos pobres infelices? ¿Que a través del primer poder del Estado pueden dirigirse enmascaradamente a los 32 millones de peruanos, como si lo hicieran con unos súbditos suyos, sentados o inclusive plácidamente echados desde la comodidad de su hogar –o Dios sabe desde qué otra parte- conociendo la catadura moral de estos holgazanes? Basta de tanta permisividad, señor José Williams, presidente del Congreso. ¡Esta es una auténtica ofensa a la dignidad de un país bajo ataque! ¡¡Ponga orden y obligue a tanto sinvergüenza a concurrir a su centro de trabajo; o, en caso contrario, suspéndales el pago o proponga su desafuero!! Y a otra cosa, mariposa.
La verdad es que, en medio de la generalizada desorientación que cunde en el Perú, hace falta mirar afuera para comprender cómo nos ven los medios serios, prestigiosos que, con voz autorizada, circulan en el orbe. The Economist, por ejemplo, a cuya sobriedad e independencia apelamos pocos días atrás para otro caso. Esta vez, la influyente revista británica ha calificado metafóricamente como “régimen híbrido” al sistema demorcrático peruano. “La gran polarización política y la alta tolerancia a las ‘reglas militares’ (¿?) lo hicieron descender a la categoría de “democracia defectuosa (.) El Perú NO estaría progresando en las categorías de análisis de sus procesos electorales; pluralismo; funcionamiento del gobierno; participación política; cultura política democrática; libertades civiles.” ¿Resultado? The Economist nos ubica en el ranking 75; sólo encima de Bolivia y Venezuela. ¿Acaso es viable que, ante semejante escenario, aquellos trogloditas trajeados de congresistas insistan en empujarnos al vacío a través de un “adelanto de elecciones”, porque el pueblo (la grita violentista) nos lo demanda? ¿Olvidamos, acaso el fiasco electorero de 2021, cuando la dupleta Salas Arenas/Corvetto produjo un fraude que acabó siendo convalidado por la prensa parametrada –República, Comercio, RPP, canales 2,4,5,9, N- pero jamás resultó aclarado por el JNE, tras negarse a confrontar millares de actas viciadas con el padrón de Reniec? ¡Más sindéresis, señores congresistas!
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