Más vale prevenir que padecer
El viernes ocurrió un hecho execrable. Un prepotente fiscal de la Segunda Fiscalía Anticorrupción de Lima agredió físicamente a una oficial mujer de la Policía Nacional del Perú, durante una intervención relacionada con un hecho de violencia familiar. Su nombre es Leonardo Alex Rosales Zavala, un sujeto que había sido acusado por su pareja de ejercer violencia familiar contra ella, como relataba la nota publicada ayer por EXPRESO. Fue conducido a la comisaría de Lince. Desde el inicio de los hechos, mostró una conducta agresiva hacia los policías presentes, gritando: “No saben con quién se están enfrentando”. A solicitud de su pareja —a quien seguía amenazando— este “fiscal” fue conducido a otra oficina de la misma comisaría por la suboficial Alexia Castilla Guevara. En ese trayecto, se comportó con violencia y agresividad; a tal extremo que empujó y forcejeó violentamente a la suboficial Castilla, golpeándola contra el suelo. Inmediatamente fue reducido por otros policías presentes; aunque antes golpeó con fuerza a uno de ellos propinándole un golpe en el vientre.
Esta imagen de prepotencia, agresividad y contumacia es fiel reflejo de la inconducta unánime que, de manera impune e intolerable, exhiben a diario muchos representantes del Ministerio Público. Unos agrediendo físicamente a sus parejas sentimentales; muchos atacando a policías femeninas cuando estas les impiden seguir golpeándolas y/o maltratándolas psicológicamente; otros actuando como verdaderos energúmenos, atacando verbal, hasta físicamente, a los miembros de la Policía Nacional; y, por último —aunque no menos importante— varios actuando como auténticos criminales al momento de interrogar a los ciudadanos imputados por el delito que fuere, chantajeándolos para que confiesen lo que le convenga al fiscal encargado del operativo; caso contrario, les imputará cualquier grave delito y acabarán con sus huesos en algún mortífero penal. No estamos narrando algún episodio de un operativo de la Gestapo; o una historia de la siniestra y todopoderosa NKVD, Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos de la Unión Soviética. ¡Es la manera repugnante como, en pleno siglo XXI, se conducen varios —desafortunadamente cada día más— representantes del Ministerio Público operado por la mafia caviar de los gorritis y garcíasayanes; mientras hipócritamente estos mismos sujetos se rasgan las vestiduras clamando “defendamos los derechos humanos” en este vapuleado país!
Esto, amables lectores, no podemos ni debemos tolerarlo un minuto más. Recuerden, si no, el poema de Martin Niemöller atribuido al gran poeta y dramaturgo Bertolt Brecht:
“Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio porque yo no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a buscar a los judíos, no pronuncié palabra porque yo no era judío,
Cuando finalmente vinieron a buscarme a mí, no había nadie más que pudiera protestar.”
Sin duda ha llegado el momento de requerir enérgicamente al Congreso que reorganice el Ministerio Público, antes de que los caviares institucionalicen acá las torturas que padecieron los alemanes con los nazis o los rusos con la KGB.
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