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Maúrtua y Toledo

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Fecha Publicación: 13/02/2022 - 23:00
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Con pena y sin gloria dejaba la semana pasada el otrora honroso, trascendental cargo de canciller de la República el ex embajador Óscar Maúrtua de la Romaña. Fascinado por el llamado de quien preside un régimen comunista/senderista, caracterizado por su absoluta incapacidad como gobernante, sus descarados escarceos con la corrupción, un efervescente talante antidemocrático y una manifiesta intención de convertir al Perú en otra republiqueta bolivariana –con el imperdonable castigo que aquello implicaría para el pueblo peruano- Maúrtua pasó por la vergüenza de someterse, a lo largo de cuatro meses, a un sujeto enemigo del Perú próspero, libre y pacífico que buscan esos 32 millones de connacionales que hoy viven en la penumbra, por la culpa de un sujeto, como Pedro Castillo Terrones, a quien defendió ardorosamente el dos veces canciller Maúrtua. Acá cabría recordar que Óscar Maúrtua fue antes canciller del cleptómano Toledo. Más adelante analizamos una, cuando menos, extraña, sospechosa conducta de este doblemente ex canciller.

Como jefe de la diplomacia peruana, Maúrtua consintió imperdonables violaciones a nuestra soberanía. Empezando por haberse atrevido a jurar como el representante de Torre Tagle, sabiendo perfectamente -porque los videos fueron proyectados en forma profusa durante la campaña electoral- que Castillo Terrones ofreció en Bolivia, nada menos que cederle territorio peruano a ese vecino país, argumentando que “esto es lo que necesitan nuestros hermanos bolivianos.”

Eso último lo repetiría el propio Castillo durante la entrevista que le hizo al aún jefe de Estado peruano el periodista mexicano Fernando del Rincón, de la cadena multinacional CNN. Nuevamente Maúrtua se tragó el sapo, y en lugar de renunciar defendió al antipatriota Castillo.

Calló también Maúrtua frente a dos desembozadas interferencias en menesteres exclusivamente peruanos, perpetradas por el presidente comunista mexicano López Obrador, presumiblemente porque respaldaban a su ex jefe Castillo. Convalidaría, de la misma manera, sendos nombramientos de embajadores indignos de representar al Perú, y la lista continúa.

Pero si lo mencionado traspasa todo límite de decencia en el ejercicio de representar a la patria como jefe de nuestra cancillería, lo que dejó de hacer antes de dejar el cargo podría implicar una omisión que quiebra la ley, en un tema tan sensible como la lucha contra la corrupción. Es sabido que Alejandro Toledo le robó decenas de millones de dólares al Perú vía la trama Odebrecht.

También se conoce que el de Cabana fugó del país hace cuatro años, gracias a un soplo, aparentemente, de la Fiscalía de la Nación, pues se encontraba procesado por ene delitos básicarmente por corrupción. Vive en EEUU a la espera de que acabe un proceso por extradición.

Precisamente sobre esto, en setiembre pasado -Maúrtua juraría en el mes siguiente- fue enterado en detalle del pedido de la cancillería norteamericana para suscribir un acuerdo que, finalmente, permitiría la extradición de Toledo. El 25 de octubre Washington insistió en este caso.

Aparentemente, Maúrtua decidió encargarse de suscribirlo. Pero pasaron los meses y fue separado hace una semana, sin que dirime el pacto de marras. Un tema urticante, que merece la más pronta aclaración del hoy ex canciller de Toledo y Castillo.

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