Megapuerto de Chancay, más allá del beneficio exportador
Ahora me referiré a otros componentes del denominado beneficio del megapuerto de Chancay para el Perú, es decir, más allá de las ventajas en el ámbito del comercio marítimo internacional, que será generar grandes ganancias a los exportadores y a los que se hallen directa o indirectamente vinculados a la exportación –todo eso me parece muy bien–, me circunscribiré, esta vez, stricto sensu, a 3 aspectos en los que, a mi juicio, no estará permitida la distracción, a la luz de Chancay: 1) INDUSTRIALIZACIÓN NACIONAL PROFUNDA.
El mega puerto es la enorme oportunidad para arrancarnos de ser un país exportador de materias primas. Nuestros gobernantes deberán priorizar la industrialización que no se ha apostado en 200 años de vida republicana, de lo contrario, volveremos a repetir los errores del pasado, en que los consignatarios del guano se hicieron ricos a mediados del siglo XIX, y los exportadores de la caña de azúcar, algodón, lana, caucho, etc., al final de esa centuria.
El Perú deberá ser la gran fábrica de Sudamérica y eso significará que los chinos deberán poner a nuestro servicio lo mejor de su magia tecnológica que les ha dado éxito. Sin reciprocidad no hay confianza ni integración bilateral. ¡Cuidado con eso! El carácter de nuestros negociadores será determinante. 2) MÁS QUE UN NUDO PORTUARIO, DEBERÁ AFIRMARSE UNA SÓLIDA CADENA PORTUARIA.
Contar con tan ciclópeo puerto en la costa central de nuestro país, que permitirá el desarrollo por descontado del Callao, Ancón y Chancay, no deberíamos distraernos en que el impacto geopolítico del mega puerto de Chancay, deberá significar que toda la cadena portuaria del litoral peruano (Matarani, Muelle Sur, Terminal Norte, Paita, Salaverry, etc.), deberá convertirse en la plataforma portuaria más importante de las Américas, mirando los circuitos marítimos, pesqueros, navieros y mercantes, lo que deberá suponer efectuar una reingeniería en la estrategia de la política exterior peruana hacia la Cuenca del Pacífico, teniendo a la Alianza del Pacífico como extraordinario resorte para ese objetivo.
Este punto, en adición, es muy importante para generar confianza en los demás puertos del extenso litoral peruano porque persiste el temor infundado y hasta la confusión provocada por aquellos demagogos que solo ven desventajas en Chancay y que serán marginados. Un despropósito completo. 3) SANEAR NUESTRA CUALIDAD MARÍTIMA CONFORME AL DERECHO INTERNACIONAL DEL MAR VIGENTE.
No será coherente que mientras 169 Estados de las Naciones Unidas –son 193 en total– que son parte de la Convención del Mar, el mayor tratado planetario que regula jurídicamente los océanos, y cuyas flotas marítimas llegarán a Chancay desde diversas partes del mundo, nuestro país siga en postura marginal a este tratado universal.
Cualquier conflicto de intereses que se pudiera producir con las embarcaciones que ingresen en el Mar de Grau, una vez operativo el mega puerto de Chancay, será ciento por ciento probable que, no pudiendo hallarse una solución en el marco del derecho interno peruano, decidan llevar la litis al Tribunal Internacional del Derecho del Mar en Hamburgo, Alemania, quedándonos los peruanos de brazos cruzados.
En otras palabras, mientras las controversias en el marco del derecho marítimo, surgirán inevitablemente, por lo que para advertirlo no necesito ser Nostradamus, será condenable que nuestras autoridades, sin visión de Estado, se queden complacidas y dominadas por el conformismo, mirando únicamente el chorreo de Chancay, mientras el Perú, que fue pionero en la formulación de la revolucionaria tesis de las 200 millas de soberanía y jurisdicción sobre los recursos vivos (peces) y nos vivos (minerales) hasta esa distancia, junto a Chile y Ecuador –Colombia se sumó en 1979–, no decida la adhesión a la Convemar.
Ni vayan a creer que con nuestra Constitución Política o nuestras leyes nacionales, podríamos invocar derechos sobre el mar que, más bien por costumbre internacional, terminará obligando a nuestras autoridades portuarias acatar la Convención del Mar, con la tragedia de no poder invocarla porque no somos parte de la Convemar.
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
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