Mesa para dos
Zelensky, el presidente de Ucrania, se quiere sentar en la mesa de negociaciones con Estados Unidos y Rusia, al mando de Donald Trump y Putin, respectivamente. Eso me hace recordar una anécdota de la II Guerra Mundial, cuando los aliados le pidieron a Stalin tener en cuenta las opiniones del papa sobre no sé qué asunto. Stalin, parco, solo preguntó: “¿Y cuántas divisiones tiene el papa?”.
Pues bien, Zelensky, sin la ayuda de Biden-Harris y la UE, no tendría ni una, y hace rato que Kiev hubiera caído en manos de Putin. Como la política de Estados Unidos ha cambiado y no quiere financiar una guerra absurda, porque Ucrania se encuentra en la esfera de influencia rusa, lo lógico y sensato es que ambos países, Estados Unidos y Rusia, se pongan de acuerdo sobre el futuro de Ucrania. Es la realpolitik la que manda, y Ucrania tendrá que atenerse a los acuerdos que tomen los dos grandes pronto en Arabia Saudita.
La prensa de izquierda woke y sus “intelectuales” vienen difundiendo el bulo (por demás estúpido) de que Trump defiende los intereses de Putin. Lo que Trump quiere, más bien, es defender los intereses de Estados Unidos y los de su presidencia, que se verían arrastrados al fracaso si prosigue con la guerra de Biden. Los intereses de Putin también son obvios y razonables: que la OTAN, una alianza militar sin mucho sentido ahora, no se asiente a unos cuantos kilómetros de Moscú con todo lo que esto significa.
Putin cumplió con advertir que ello traería consecuencias bélicas, que estamos viendo. Imagínense los lectores que saben de geografía y de historia lo que hubiera significado una Ucrania en la OTAN con la base naval de Crimea en sus manos: sería el fin de Rusia en el mar Negro. Ya en el siglo XIX hubo una guerra por Crimea entre grandes potencias.
“La guerra de Crimea fue un conflicto militar que tuvo lugar entre 1853 y 1856 en la península de Crimea, situada en el mar Negro. El conflicto se desencadenó a raíz de las tensiones entre el Imperio otomano y el Imperio ruso, y tuvo como principales actores a Gran Bretaña, Francia y Rusia”.
En otras palabras, los rusos nunca iban a permitir que Crimea cayera en manos que no fueran rusas.
En ese sentido, Trump tiene mucha razón cuando responsabiliza a Ucrania y a la OTAN de empujar la guerra, y, a diferencia de lo que dice la izquierda woke, no difunde propaganda rusa ni trabaja para los rusos. Esa sí que es una patraña.
No es muy difícil avizorar en qué términos se pactará la paz entre Trump y Putin por Ucrania. Rusia se quedará con lo ganado. Ucrania no podrá acceder nunca a la OTAN ni a tener un armamento sofisticado y armas nucleares. Lo más probable es que Zelensky no termine su gobierno y se refugie en Londres, y que, luego de nuevas elecciones, se elija a alguien más moderado.
Para mí, al menos, queda claro que Rusia reaccionó con un conflicto armado por la majadería de los europeos y la OTAN de querer meterse en Ucrania y de esta de querer entrar a la OTAN. Nunca hay que olvidar que en la mesa de negociaciones se sentarán dos potencias nucleares que no quieren una guerra nuclear. Ucrania está de más.
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