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Mi amiga Rogelia

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Fecha Publicación: 09/02/2025 - 20:50
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Las personas adoptan posturas políticas influenciadas por su entorno social, adoctrinamiento constante o su interés por la historia política y filosófica del mundo. Hoy hablamos de derecha, izquierda y centro, pero antes las ideologías se reducían, aunque no de forma sencilla, al comunismo, al capitalismo y sus variantes híbridas.
Líderes capitalistas como Pinochet impusieron políticas de libre mercado mediante dictaduras, dando la espalda a la realidad social. Comunistas como Stalin ejecutaron purgas y hambrunas forzadas. La URSS colapsó en 1991 y se proclamó el fin de la confrontación ideológica y geopolítica con Estados Unidos. Sin embargo, la rivalidad entre Rusia y Occidente continuó con tensiones, expansión de la OTAN, espionaje y conflictos indirectos. Ambos extremos han mostrado que el poder, sin límites, conduce a abusos y sufrimiento.
Debido a esto, podemos darnos cuenta que, como seres sociales, buscamos la compañía de quienes piensan y actúan como nosotros. En la actualidad, esto parece ligado a la intolerancia y la descalificación del pensamiento contrario. Existen quienes defienden su postura por convicción, pero también quienes lo hacen por interés, ya sea por beneficios del Estado o por mantener su estilo de vida, lo que, en algunos contextos, los hace merecedores del término “caviar”. Mientras unos promueven ideales comunistas, otros defienden el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo (capitalismo), usando hechos, pruebas, verdades o mentiras para sostener sus ideas. Pero estas no existen en el vacío; están ligadas a quienes las sostienen y a sus intereses. Cuestionar una idea muchas veces implica analizar a la persona que la defiende, sus motivaciones y su contexto.
Esto me lleva a Rogelia.
Una mujer fuerte que, ante la adversidad de las situaciones, siempre termina mostrando a su núcleo social una bella sonrisa. Sin embargo, no todo es color de rosa. Teniendo sus propias convicciones y su disposición al diálogo en un mundo donde muchos cierran sus puertas a una mente amoblada por no aceptar perspectivas ajenas, ella comprende sin prejuicios, con críticas constructivas y una empatía que roza la compasión, que no todos debemos estar de acuerdo, pero que esto no es motivo para el inicio de guerras, conflictos pasivo-agresivos o distanciamientos innecesarios. Y no hablo solo de personas, sino también de países.
Debemos entender, como ella, que las ideologías, por más opuestas que sean, pueden coexistir. Saber que, por más lamentables que hayan sido ciertos episodios de la humanidad, siempre habrá quienes defiendan esas ideas o parte de ellas. También quienes están en contra, ya sea de una forma cordial o con falta de tolerancia y respeto a los demás.
Por eso, al final del día, quedamos yo y mi amiga Rogelia.
Cómo la quiero, a mi amiga Rogelia.

Por Ian D. Paredes

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