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Mi columna como “El arte de la resistencia”

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Fecha Publicación: 30/05/2025 - 20:05
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Mi columna es un arte de la resistencia, porque, en cierta forma, es un “discurso oculto”. Formar parte de un campo académico, y escribir, con regularidad, una columna de opinión, es ejercer el arte de la resistencia. Escribir una columna de opinión política y cultural es participar de las relaciones de poder, desde la lógica oculta, privada, con que los dominados resisten históricamente al poder.
Esta columna se inspira en el libro de James C. Scott, cuya ficha técnica es la siguiente: James C. Scott (2000): “Los dominados y el arte de la resistencia. Discursos ocultos”. México: Ediciones Era. Scott se circunscribe en la tradición de Barrington Moore, y su libro “Injusticia. Las bases sociales de la obediencia y la rebelión”; y, de Michel Foucault, y de sus diversas ideas de resistencia al poder. Al punto que, puede afirmarse que Scott tiene por interlocutor válido a Moore.
Escribe Scott: escribe: “mi análisis se puede leer como una conversación con los pasajes más sugestivos de su libro Injustice”. Efectivamente, la clave teórica del libro de Scott se encuentra en “Injusticia. Las bases sociales de la obediencia y la rebelión”.
Para Scott, la interacción social ocurrida en los diversos campos, y en la sociedad en general, es como la vida social acontecida en el teatro, en la escena pública y su simulación, y su mentira, pero sobre todo detrás de la escena, detrás del telón, donde se produce y reproduce lo privado, y su verdad. Es decir, hay una resistencia detrás del telón.
María Luisa Tarréz reseña, de manera brillante, el libro de Scott. Afirma que “Los grupos subordinados producen, a partir de su sufrimiento y a espaldas del dominador, un “discurso oculto” que representa una crítica del poder. Es allí donde se da su resistencia a la dominación y es por medio de este discurso que ellos hacen política.
En un primer momento, Scott caracteriza las formas de subordinación en el ámbito público con el fin de contrastarlas con el discurso encubierto que se desarrolla en las sombras de la vida pública, en lugares alejados de la vigilancia de los poderosos donde ellos pueden ser independientes. Aun cuando Scott, como otros autores, reconoce que esos espacios de resistencia constituyen el germen de acciones colectivas populares, plantea que los grupos que carecen de poder, mientras no recurren a la rebelión, conspiran disfrazando su discurso y sus prácticas para reforzar la apariencia hegemónica que las elites tratan de imponerles.
La hegemonía existe en gran parte porque los desposeídos se “hacen los tontos” cuando el costo de desobedecer públicamente es muy alto… El análisis del discurso encubierto de los siervos, los esclavos, los intocables, los campesinos, y en general de los grupos dependientes, muestra que al mismo tiempo que aceptan su subordinación en un orden social, están creando resistencia a la dominación. Esa resistencia se manifiesta en formas encubiertas del lenguaje y de la acción. Algunas se expresan en el rumor, el chisme, o las bromas, otras en formas más elaboradas de la cultura popular, tales como la danza, los rituales, los cuentos, los carnavales o el teatro.
Para Scott ese discurso oculto constituye “la infrapolítica de los desposeídos” y argumenta que este campo de lucha es tan, o más importante que la confrontación directa y visible de la política pública”.
Algo similar ocurre en el arte de escribir columnas. El proceso creativo del columnismo implica un cierto encubrimiento lingüístico, unos ciertos códigos ocultos. El columnista escribe, proyecta su columna, y resiste desde su reflexión interior, desde la esfera privada de su vida.

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