Migraciones de todo tipo
Las oleadas masivas de migración interna en el país se llevaron a cabo a mediados del siglo XX cuando nacen los distritos más populosos en Lima, sobre todo en los conos norte y sur de la Metrópoli. Los móviles fueron, esencialmente, la búsqueda de mejores condiciones de vida para las grandes masas provincianas del campo que ya no encontraban, en sus lugares de origen, fuentes de trabajo ni salarios justos. Otro gran momento se produjo en los años 80 por la presencia de los movimientos terroristas que provocaron movilizaciones masivas y forzadas de poblaciones que huían del terror en sus comunidades.
Y no es que las migraciones hayan sido privativas del s. XX, sino que éstas se han dado a lo largo de nuestra historia, alternándose entre períodos de estabilidad y de bonanza, con aquellos de inestabilidad y crisis, con repercusiones distintas en la sociedad. El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), hay que reconocerlo, es una de las instituciones del Estado que nos entrega, con cierta regularidad, sus estudios sobre diversos aspectos de la realidad nacional, entre ellas este fenómeno, como el que ha dado a conocer con el nombre de “Perú: Migración Interna y Movilidad para Estudiar y Trabajar en cinco Áreas Metropolitanas, 2007 y 2017”. En efecto, el estudio “cuantifica y analiza los niveles, patrones y efectos de la migración y movilidad cotidiana de las ciudades de Arequipa, Cusco, Iquitos, Lima y Trujillo”.
Según el censo del año 2017, estas ciudades concentraban el 41.9% de la población censada, lo que equivalía entonces a poco más de 12 millones de personas, un millón y medio más, respecto del período censal 2007. En cuanto a la intensidad migratoria, se pudo advertir, por ejemplo, que en la ciudad de Trujillo fue mayor entre los jóvenes de 15 a 29 años y los adultos jóvenes de 30 a 44 años de edad; mientras que, fue menor en el grupo de niños de 5 a 14 años y en los adultos mayores de 60 y más años. Sin embargo, se advierte otro dato curioso: según los censos de 2007 y 2017, la intensidad de la migración tiende a aumentar con el nivel educativo. “La mayor intensidad se aprecia en el grupo poblacional con educación universitaria y no universitaria. Por ciudades, en Trujillo se incrementó en 0,6 y 0,9 puntos porcentuales, los migrantes con educación superior no universitaria y universitaria, respectivamente”, dice la investigación.
Teniendo en cuenta la autoidentificación étnica, en la ciudad de Trujillo, la intensidad migratoria es más alta entre la población que se autoidentifica como indígena (5,4%) y afroperuana (4,8%). Por otro lado, en Arequipa y Lima, la mayor proporción se observa entre los afroperuanos, según los resultados del Censo 2017. La investigación arroja también, que entre los móviles que impulsan la migración interna está el deseo de estudiar. Los estudiantes de 3 a 12 años se movilizaron en menor proporción que aquellos estudiantes de 13 a 18 años. En el grupo de edad de 19 y más años, el porcentaje de intensidad de la movilidad para estudiar fue mayor, precisa la investigación. Esta información debe servir para elaborar mejores políticas públicas que permitan atender de manera óptima a la población.
Por otra parte, no podemos dejar de comentar un hecho insólito que viene ocurriendo en el Congreso de la República que, en realidad, se trata de un pernicioso aliento al trasfuguismo político. Al parecer, no interesa afinidades ni vínculos partidarios, sino el deseo de contar con un mayor número de integrantes que le permita, a una bancada, tener mayor número de comisiones ordinarias en el parlamento. Nada más. Es el caso de Podemos Perú, partido del congresista José Luna Gálvez, que al inicio del período parlamentario contaba con una bancada de cinco miembros y ahora exhibe 14 miembros reclutados entre los denominados “niños”, “mochasueldos” y otros similares provenientes de otras agrupaciones políticas.
Este hecho insólito que sólo convoca a congresistas sin afinidad ideológica, sino movidos por intereses particulares, debilita la institucionalidad representativa. El más claro ejemplo es el congresista Guido Bellido, ex miembro de Perú Libre y ahora integrante de la bancada de Luna Gálvez, al explicar que su único propósito es “participar en comisiones, agendar proyectos de ley e intervenir en el Pleno” y que su decisión “no implica involucrarnos en temas partidarios, ya que pertenecemos a otro partido”. ¡Qué maravilla!
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