Miguel Uribe y la marcha del silencio colombiana
Al cierre de esta columna, la información soltada a los medios es que el estado de la salud del senador y precandidato presidencial colombiano, Miguel Uribe Turbay, que fue objeto de un atentado, ha empeorado. De hecho, fue trasladado rápidamente a la sala de operaciones al advertirse sangrado interno en la cabeza. Su vida pende de sus fuerzas y de Dios, principalmente. Mientras Uribe se debate entre la vida y muerte, los colombianos ayer salieron a las calles a exigir al gobierno del presidente Gustavo Petro, lleve adelante una estrategia para neutralizar y acabar con la ola de violencia política y violencia criminal que domina en el país cafetero. Hasta ahora lo único que hemos visto en el mandatario colombiano es una simulación o finta política para crear la idea de que el gobierno viene realizando todos los esfuerzos para dar con los responsables del atentado contra la vida de Uribe, que incluye una recompensa y el apoyo de los Estados Unidos. Colombia venía saliendo adelante y a buen ritmo, y aunque de manera progresiva, pero de manera segura, venciendo a la violencia que se impuso en el país por más de 55 años. Desde que Petro llegó al poder lo único que se ha acrecentando en todo Colombia es la violencia criminal y lo peor de todo es que el gobierno no tiene ni idea de qué hacer para acabarla. Se trata de una completa incapacidad gubernamental. Los colombianos salieron a las calles el último domingo en la que se ha denominado la “Marcha del Silencio”, y, es verdad que para llamar a la paz en el país, pero también para espetar en el presidente, que tiene la obligación de hacer lo imposible para que los colombianos puedan seguir construyendo la paz que consiguieron en 2016, luego de someter a un plebiscito el acuerdo de paz al que llegaron poco antes el Estado colombiano con las FARC. El actual mandatario deberá ser capaz de demostrar que, por lo menos, pueda crear condiciones mínimas para que los colombianos tengan la paz que comenzaron a experimentar tan solo hace pocos años. Es una tarea inmediata que deberá cumplir cabalmente pues hasta ahora nada hemos visto en su mandado que se pudiera considerar realmente relevante. Petro ha llevado a Colombia hacia un destino que va al compás del cangrejo. ¡No hay derecho!
Miguel Ángel Rodríguez Mackay
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
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