Milei, el insurgente
La victoria de Javier Milei ha sido la mayor derrota del peronismo en toda su historia y una catástrofe para sus aliados del socialismo del siglo 21, incluyendo al Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla.
Argentina, que hasta 1950 era potencia mundial, una gigantesca despensa de granos y carne, fue destruida por políticas estatistas, subsidios, y grandes corruptelas.
Su moneda, el peso, hoy tiene escaso valor y ha disparado el dólar hacia la estratósfera cambiaria. La inflación alcanza 109%; el desempleo 7.6%; la pobreza 43% y 8.1% se encuentra en indigencia, sin recursos para cubrir gastos básicos de alimentación, medicina, ropa, educación y vivienda. Mayor catástrofe, imposible.
Milei, personaje excéntrico, soltero, contradictorio, enemigo del aborto, promotor de portar armas, defensor de la libertad de género, venta de órganos y legalización de las drogas, también sostiene que el cambio climático es una farsa; en suma, un discurso utópico, distópico y anárquico a la vez que lo convirtieron en portavoz de la protesta, del hartazgo y enojo colectivo ante pésimas administraciones peronista.
Como bien apunta la BBC, “su armado político es caótico, aluvional. El estilo rockstar, lo volvió rápidamente figura muy reconocible”.
Su biografía, en efecto, registra que fue arquero de la división de menores del Chacarita Juniors e integrante de la banda Everest, interpretando canciones de los Rolling Stones. Como diputado nacional hizo noticia –siempre las genera– al sortear sus ingresos mensuales en la página web, logrando la participación de un millón de personas y durante la pandemia obtuvo el récord Guinness a la mayor audiencia dictando clases de economía por internet.
Así fue avanzando en el imaginario colectivo, ganando afectos, convirtiéndose en el líder combativo y ruidoso del antisistema contra una casta política improductiva y parasitaria.
Como candidato a las primarias anunció eliminar ministerios, incluyendo el de Ciencias y Tecnología que tiene 35 mil empleados mientras la NASA –subraya– cuenta con 17 mil, que cerrará o privatizará las empresas estatales y el Banco Central de Reserva. El audaz programa incluye dolarizar la economía, reducir el gasto público y los impuestos.
Se ha comprometido, igualmente, a luchar contra la delincuencia, reorganizar el Poder Judicial y la Cancillería “terminando con una Argentina socia de las dictaduras del mundo”, en alusión al bloque chavista.
El mensaje contradictorio y radical de este político estentóreo y despeinado, al estilo Boris Jhonson, ex primer ministro del Reino Unido se autodefine anarco-capitalista y apunta a poner en marcha una economía de libre mercado eliminando subsidios y la obra pública, fuentes de corruptelas y clientelismo.
En una frase lapidaria interpretó la indignación popular al sostener que “acabaremos con el kirchnerismo parasitario y chorra (sinónimo de robo)”. Así atacó directamente, con golpe al mentón, a la poderosa exmandataria Cristina Kirchner, condenada a seis años de cárcel e inhabilitación a perpetuidad por desviar mil millones de dólares.
El ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, no vaciló en rastrillar el arma de la represión amenazando que “si Milei gana las elecciones de octubre, va a haber muertos y sangre”. La batalla electoral, con candidatos extremadamente polarizados y una nación deprimida e insolvente, será feroz, no dudemos que cargada de violencia e insultos al por mayor.
Pero más allá de la espuma retórica, Milei puede ganar si concentra su programa en la libertad de empresa, garantías a los inversionistas y sacudirse del bloque fachoizquierdista de la región: solo basta comprimir esos planteamientos para ingresar a la Casa Rosada
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.