Milei, tu ley, su ley
La victoria de Javier Milei en Argentina ha despertado amor y odio entre admiradores y detractores por igual. El éxito del argentino se ha sentido con estruendo en el mundo globalizado, causando furor a nivel internacional, como es propio de una “estrella de rock” de las redes.
Trump, Bolsonaro y Abascal salieron a celebrar su victoria. Petro, Maduro y Verónika Mendoza optaron por el llanto horrorizado. “Ahora dilo sin llorar”, le dijo Bukele al mandatario colombiano. La derecha y la izquierda, el individualismo y el colectivismo, el privatismo y el estatismo han sentido la victoria de Milei y derrota de Massa como propia. Perú no es la excepción. Recordemos que el país donde Javier Milei tiene más seguidores (sin contar Argentina, obviamente) es el nuestro.
¿Por qué gusta tanto Milei en el Perú? ¿Qué deben recoger los políticos que busquen alcanzar un espacio en las próximas elecciones generales y municipales de estos recientes comicios argentinos? La estrategia de Javier Milei ha sido trabajada en forma y fondo.
La forma es lo que llama la atención inicial. Aquellos videos con los que se hizo conocido, perdiendo la paciencia sin guardarse calificativos a sus detractores son entretenidos y es precisamente el entretenimiento lo que el contenido que premia las redes sociales. Milei buscó hacerse viral y lo logró. Se convirtió en un influencer económico y político, no en un analista de esos recatados que se invitan en televisión.
Pero una vez que tiene a millones de personas escuchando su discurso, tiene que ofrecer contenido de valor. Debe de haber carne debajo de las especias o de lo contrario se pasa al olvido. Detrás de los “carajos” y “zurdos de m…” había un discurso con sentido. Había propuestas que ofrecían una solución a las problemáticas más latentes de Argentina, que sangra con 40% de pobreza y 140% de inflación.
Las habilidades teatrales, dominio de cámara, carisma, elocuencia y marca personal son fundamentales para los políticos, hoy más que nunca. La costumbre del usuario de redes se ha trasladado al plano real. Los mundos paralelos se han fusionado para convertirse en una extensión más y el elector estará esperando un grado de entretenimiento, incluso de sus candidatos que, sin un mínimo de showmanship, no podrán ser siquiera percibidos.
Como aprendizaje, cabe también notar que, en el discurso de la izquierda perdedora, vemos nuevamente la dicotomía a través del lenguaje. Solo ellos son los democráticos que buscan igualdad y defienden derechos, por consiguiente, Milei debe ser un dictador que desprecia minorías y que pretende quitarle derechos a los más necesitados. Nada más fuera de la realidad, pero un buen indicador para entender que la batalla está en el plano de las ideas y conceptos, y quien logre apropiarse del lenguaje será el juez de su significado.
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