«Mirad que os envío como corderos en medio de lobos»

Queridos hermanos:

Estamos en el Domingo XIV del Tiempo Ordinario. El Profeta Isaías nos invita a vivir el cristianismo como una fiesta: “Festejad a Jerusalén, gozad con ella, todos los que la amáis; alegraos de su alegría. Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz”. ¿Cuál es misión que tiene la Iglesia? Crear paz, no división, buscar la comunión. La Iglesia tiene la misión de consolar al hombre de hoy en medio de sus dificultades. Por eso, como dice el salmo, qué importante es escuchar la Palabra de Dios.

La segunda Palabra de este domingo es de San Pablo a los Gálatas, y dice: “Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo”. Es muy importante, hermanos, estar crucificado para el mundo, para el demonio y para la carne. Hagamos la voluntad de Dios que nos da la alegría, llevemos en nuestro cuerpo las marcas de Jesús.

Y qué importante es anunciar el Evangelio al hombre de hoy, como hemos visto en el Evangelio de San Lucas. Dice que el Señor designó a 72 discípulos, los mandó por delante de Él, de dos en dos. ¿Por qué manda 72? Porque pensaban en esa época que había 72 lenguas, 72 naciones en el mundo. Y continúa el evangelio diciendo: “La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias”. El Señor nos enseña a fiarnos de Él, de su providencia; y nos envía a anunciar y ser testigos de la paz en este mundo que no la encuentra en medio del Covid, la guerra, las huelgas, las manifestaciones. El cristianismo es testigo de la paz y, anunciándola, curamos enfermos, enfermos de violencia, de odio, de egoísmo, de falta cariño, etc. El reino de Dios viene con los que anuncian el Evangelio, con los que son testigos de la paz; por eso los setenta y dos, sorprendidos, dirán al final: “hasta los demonios se nos someten en tu nombre”. Y dice Jesús: “no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo”. Lo verdaderamente importante, hermanos, es ser cristianos. Por eso que importante esta “universidad” de ir sin nada, de ir en la precariedad; porque sabemos y constatamos que Dios nos acompaña y viene con nosotros.

Que la profecía de Dios y los sacramentos os ayuden a creer en la Palabra de Dios y nos ayuden a vivir la vida como una fiesta.

+ Con mi bendición.

Mons. José Luis del Palacio Obispo E. del Callao

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