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“Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen”

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Fecha Publicación: 10/05/2025 - 20:21
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Queridos hermanos, estamos celebrando el Cuarto Domingo de Pascua, y la Palabra de Dios de hoy nos habla con fuerza.
En los Hechos de los Apóstoles, se nos cuenta que Pablo y Bernabé fueron a ver a los creyentes y entraron en la sinagoga para anunciar una Buena Noticia. También a ti se te anuncia hoy esa Buena Noticia: ¡Cristo te ama! Él dio la vida por ti, quiere rescatarte de los vicios, de aquello que te esclaviza y no te deja vivir en libertad.
Se nos dice que el sábado acudió mucha gente a escuchar la Palabra de Dios. Entonces Pablo y Bernabé hablaron con claridad: “Tenemos que anunciaros que Cristo está resucitado y que tiene poder para daros la vida eterna, ahora”.
Tanta gente escuchó la predicación que muchos se convirtieron, pero también se organizó una persecución contra ellos. Pablo y Bernabé fueron expulsados de aquel lugar, pero antes de marcharse sacudieron el polvo de sus pies como testimonio.
Y, sin embargo, los discípulos estaban llenos de alegría y del Espíritu Santo. ¿Por qué? Por haber sido perseguidos por Jesucristo. Por eso, hermanos, si alguna vez te desprecian o no te tienen en cuenta por causa de Cristo, ¡alégrate! Esa es una alegría verdadera, una alegría del cielo.
Respondemos hoy con el Salmo 99: “Somos su pueblo y ovejas de su rebaño.” Esta imagen del rebaño es central: el Señor nos cuida, nos protege, nos alimenta.
La segunda lectura, del Apocalipsis, dice que Juan vio una muchedumbre inmensa, vestida con vestiduras blancas y con palmas en las manos. ¿Quiénes son estos? Son los que vienen de la gran tribulación, los que han sido bautizados, los que han sido revestidos de Cristo.
El Señor quiere revestirte del Espíritu, del Cordero, es decir, de la mansedumbre, la sinceridad y la profecía. Él es el Pastor que te ama, el que da la vida por ti, y se llama Jesús de Nazaret. Por eso cantamos: ¡Aleluya! ¡Bendito sea el Señor que nos ha dado su gracia! El Evangelio de hoy, del evangelista San Juan, nos da otra buena noticia: Es el Evangelio del Buen Pastor, fiesta que celebramos hoy en toda la Iglesia. ¿Quién es este Buen Pastor? Jesucristo.
Él no nos trata mal, nos ama, no justifica nuestros pecados, pero los disimula por misericordia, esperando nuestra conversión. Dice el Evangelio: “Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna.”
Este Buen Pastor nos ha cargado sobre sus hombros, a ti y a mí, aunque fuimos enemigos de Cristo, aunque hemos sido pecadores. No nos deja perecer, sino que nos lleva con cariño al rebaño, para ser bien tratados, para tener vida en abundancia.
Y termina el Evangelio con una palabra preciosa: “Mi Padre me los ha dado, y supera a todos. El Padre y yo somos uno.”
Por eso, hermanos, acerquémonos a Jesús, llenémonos de la paternidad de Dios, abramos nuestro corazón y pidamos la gracia de poder amar, poder soportar a quienes nos tratan mal, seguir al Pastor que nos guía, dejarnos orientar por Él, que quiere llevarnos al cielo.
¡Ánimo, hermanos! Que este Espíritu Santo que habita en el Buen Pastor llegue también a nuestras familias. ¿Qué mayor alegría que anunciar el Evangelio?
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos vosotros.

Mons. José Luis del Palacio
Obispo E. del Callao

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