Momento de definiciones
Leamos una de las ene convocatorias que vienen circulando por las redes sociales, sin duda todas coordinadas con Palacio de Gobierno en esta vesania por incendiar la pradera al coro de mueran Sansón (Vizcarra) y los Filisteos (congresistas).
“Estimados compañeros: las acciones contra la captura del Tribunal Constitucional y por el cierre del Parlamento se iniciarán mañana a las 7 pm, en las inmediaciones del Congreso con una vigilia. Es muy importante que vayamos todos por unas tres horas, desde la 7 pm hasta las 10 pm. Es importante este hito pues buscamos que Panorama y Cuarto Poder cubran la movilización del lunes. Debemos ir de negro o de vestimenta oscura y llevar todas las velas que podamos. El segundo momento será el lunes a las 7.30 am hasta las 9.00 am, también en el Congreso. Este segundo hito es crítico pues el Gabinete tiene que pedir la cuestión de confianza a las 8.30 am, durante la Junta de Portavoces. Si no se logra que se ponga en agenda la cuestión de confianza, lo más probable es que tengamos nuevos tribunos. El lunes temprano será el momento de choque. Será importante estar allí todos los que podamos. Los que no puedan ir temprano cubran nuestro horario de 12 a 2 pm, como convenimos”.
Este llamado a la insurrección callejonera para presionar –chantajear- al Legislativo y someterlo a los ucases palaciegos, irá escalando conforme pasen las horas y Vizcarra crea que la falta de reacción ante semejante atentado significa que viene triunfando en su cruzada por hacerse del poder absoluto del Estado, al estilo chavista. Una conducta perversa que refleja la estratagema del presidente accidental Vizcarra. Vemos a cada momento que los operadores vizcarrinos agreden -de manera amenazadoramente vehemente- al sistema democrático y pisotean el Estado de Derecho. Necesitamos ser conscientes de la gravedad de estas circunstancias. No debemos permitir pues que en nuestras narices la progresía marxista –que no sacó un voto y jamás ha ganado una elección- continúe confiscándonos el país. Quienes defendemos el derecho universal a privilegiar la Constitución por encima de caprichos y ambiciones politiqueras –como los que personifica este oficiamismo- necesitamos plantar cara a la tesitura violentísta, en vez de mostrarnos trepidantes frente a sus arremetidas.
Por eso consideramos indispensable reiterar lo que señaláramos ayer. Tenemos a un neófito en materia de gobernanza pública conduciendo a nuestra nación. Un trance abrumador -a niveles de verdadero vértigo- que hasta ahora el Perú viene soportando estoicamente. Pero todo tiene su límite. ¡Y este límite no debemos permitir que sea la ruina del Perú, sino la salida de Vizcarra de la presidencia! Se impone entonces que, o bien renuncie el accidental mandatario, o se aplique la fórmula constitucional para removerlo del cargo. Amable lector, este momento de extrema confrontación al cual en forma sistemática e irresponsable viene empujándonos Vizcarra es, definitivamente, intolerable. Los riesgos abarcan desde una asonada con probabilidades de conmoción nacional, hasta la quiebra económica, social y política del país. Hay demasiado peligro en juego como para continuar expectantes en una coyuntura tan grave como esta.
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