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Monólogo desde el Misti

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Fecha Publicación: 09/06/2023 - 20:50
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El Misti tiene un comportamiento especial: es ese que arrastra miradas y remueve cada rinconcito del corazón; el emblema donde se alojan las fragancias de las flores cuando cruzan sonrisas con la alborada; ese del color de los versos cuando se posan apenas se aparece el arcoíris. Sí, pues, el Misti tiene ese don de tomar prestado el equipaje del viento para transportar buenas nuevas entre su equipaje y justo llega desde allá, desde la bella ciudad blanca, el hermoso poemario de María Antonieta Tejada “Monólogo de los círculos viciosos”.

Intimista de principio a fin, concebida con todos los cuidados que tienen las obras bien hechas. Su lectura nos invita a transitar explorando cada verso que siempre hace crecer el radio de una circunferencia que al final resulta tener dimensiones infinitas. Hizo bien en concebirla con un título que es un golpe directo al corazón para que pulse y palpite siempre. El poemario es pues un equipo de reanimación cardiovascular energizado con poemas de alto voltaje, con poemas que son pura vida; hizo bien la poeta en haber delineado ese círculo, según ella vicioso, que describe la forma de un cerebro que requiere con urgencia ser atendido, ser irrigado con urgencia. Así está planteado este monólogo, este torrente de mensajes, estos llamados de emergencia cuyas respuestas siempre serán puntos, aunque pequeños, necesarios para ampliar la dimensión del círculo, aunque este no siempre sea vicioso.

Sobre el poemario Marcos Vilca escribe: “Hablar con uno mismo siempre va a ser un misterio para los demás. Son momentos donde lo más íntimo se da a conocer, donde tu inconsciente fluirá sin dejar rastros para los demás”, y Alfredo Herrera destaca “la solvencia del lenguaje, la variedad temática y la sensibilidad con que aborda temas universales son una constante pareja y sostenida”.

La mirada de la portada es apenas una expresión de quien se confiesa ante el lector y espera ser interpelada con la más absoluta sinceridad. La poeta tiene el valor de sentarse exactamente en el centro de ese círculo y, como toda arequipeña, se posa como el propio Misti, aparenta ser desafiante, pero muy en el fondo del corazón extiende sus versos y los deja viajar, para que usted y yo los hagamos nuestros. Celebro con alegría la llegada, mejor dicho, el despegue de las letras de María Antonieta Tejada que llega dando vueltas como cuando uno se interna en la música de un vals de Strauss.

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