Muñecos de ventrílocuo
La Junta Nacional de Justicia, engendro y muñeco de los caviares, en la encrucijada de “matar o morir”, ante la amenaza que sus miembros fueran destituidos, decidió suspender por seis meses a Patricia Benavides en sus funciones como fiscal Suprema y fiscal de la Nación. Ella ha sido ajusticiada por una resolución exprés, con claras motivaciones políticas, sin investigarla, ni tener pruebas concluyentes y sin darle oportunidad a un debido proceso.
No hay duda que, detrás de este complot político y la “oportuna” sanción de la JNJ, está el perverso poder caviar que no podía perder la batalla que ahora le permite recuperar el control del Ministerio Público y mantener, por el momento, la conformación de esta digitada e ideologizada JNJ para seguir nombrando y sancionando jueces y fiscales. Mientras tanto, esperamos que el Congreso consiga los votos para destituirlos.
Los caviares, hábiles ventrílocuos, tienen sobre sus rodillas a muñecos que hablan por ellos y defienden sus intereses al más alto nivel de la justicia, el Gobierno, la iglesia y la prensa. Emplean perversamente su poder para perseguir, acusar, denunciar, destruir y encerrar a los buenos y tienen muñecos mitómanos tratando de convencernos que los malos, son buenos.
En este cargamontón no importó quién tiene la razón, ni qué es verdad o qué es mentira. “Miente, miente, que algo queda” ha sido la misma estrategia que antes emplearon con Manuel Merino, Keiko Fujimori, Pedro Chávarry, Tomás Gálvez. Sus muñecos repiten tantas veces la misma mentira, que las grandes mayorías la perciben como una “indiscutible verdad”.
¿Qué hay detrás de esta feroz disputa por encabezar el Ministerio Público? Irreverentes fiscales, antes endiosados y hoy desenmascarados, han liderado la rebelión para defender con uñas y dientes sus cargos. El nuevo código procesal penal, buscando fortalecer nuestros entes de justicia, empodera a quienes ejercen justicia. Lamentablemente, algunos, haciendo mal uso del poder conferido, se han convertido en instrumentos útiles para incriminar a sus adversarios y blindar a sus aliados.
Sólo así se podría explicar cómo Patricia Benavides, pasó de ser considerada la mujer más respetada del país, a ser sindicada, con ligereza, como presunta cabecilla de una organización criminal. Si fuera cierto que su principal colaborador se acogió a la colaboración eficaz, quién podría asegurar que su declaración se ajusta a la verdad o presionado tuvo que firmar lo que le pusieron delante para salvar su “pellejo”. Como dice Rosa Bartra con sonrojo: “La figura del colaborador eficaz se ha emputecido”.
Necesitamos reformas que permitan recuperar la confianza en la justicia. Lamentablemente en un frente vemos que la justicia se ha politizado y en el otro constatamos que se está judicializando la política. En el medio estamos millones de peruanos que buscamos justicia.
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