Municipio de La Molina en contra de la adopción responsable de animales de compañía; ¿distrito pet friendly?

Desde abril ha iniciado una dura batalla para una persona que mantendremos con las iniciales NDR, quien vive un vía crucis desde que, con buena fe, realizó lo que es tan esperado y buscado por las veterinarias municipales: la tan difícil ADOPCIÓN RESPONSABLE. Un can de dos años de edad, alojado varios días en la veterinaria municipal de La Molina, tenía un informe médico que señalaba presunto maltrato animal. Por ello, el informe fue trasladado al Área Legal en Derecho Animal (que ya no existe). Esta área recibió el caso y concluyó que, por las heridas en el cráneo del animal y su infestación, se requería el uso de insecticida y acaricida, determinando que se trataba de un caso de maltrato animal. Aun así, se publicó el extravío del can, y fue adoptado temporalmente por NDR.
Días después, aparecieron los propietarios del can. Se acercaron al área legal de Derecho Animal y manifestaron que dejaban suelto al animal para que se relajara. También admitieron que no lo desparasitaban, razón por la cual estaba infestado, y que las heridas habían sido presuntamente ocasionadas por peleas con otros perros. La familia, compuesta por cuatro integrantes, tenía opiniones divididas: dos indicaron que no querían que el can regresara, mientras que el tercer integrante apareció días después aduciendo depresión, sin medios probatorios, y por tal motivo realizó una denuncia policial por el extravío del can. Mientras tanto, el can, llamado NACHO, ya estaba libre de parásitos, aseado, y vivía con una familia que, desde abril, ha sufrido la insistencia de la Subgerencia de Salud, mediante la Gerencia de Desarrollo Humano, para que se devuelva el animal.
Además, la encargada de la veterinaria municipal ha hecho constantes visitas al domicilio de la adoptante junto con efectivos de fiscalización, y se han enviado cartas reiterativas de la Subgerencia Social y de Salud con la sumilla: “DEVOLUCIÓN DEL CAN”. Es importante resaltar que los animales no son objetos. Lo que vive la adoptante es una pesadilla de acoso, mientras que la MUNICIPALIDAD DE LA MOLINA insiste en desconocer la modificatoria de la LEY 30407, que es la Ley 31807, la cual incorpora la adopción y la identificación de animales de compañía, ya sean perros o gatos (2023). Esta ley, dentro del estado de derecho democrático, garantiza que los gobiernos locales promuevan la ADOPCIÓN RESPONSABLE, algo que claramente se está obstruyendo. También es evidente la negligencia por parte de la Municipalidad de La Molina, que recientemente celebró en su sede el DÍA DEL PERRO ADOPTADO, evento organizado por la encargada de la veterinaria municipal y la subgerente social y de salud, como se puede ver en las redes sociales de Instagram y Facebook de la Municipalidad.
Este comportamiento contradice el Derecho Animal y afecta la salud mental de la adoptante, quien vive con la constante ansiedad de que le quiten a NACHO, según refiere la encargada de la veterinaria municipal. Esto solo refleja la falta de acción en la aplicación de los dispositivos legales mencionados. La adopción parece haberse convertido en un “pecado”, pues la LEY DE BIENESTAR ANIMAL y su modificatoria establecen que no se puede devolver un animal a un infractor que lo haya maltratado, descuidado o que no haya ejercido tenencia responsable. De acuerdo con la ordenanza de la Municipalidad de La Molina, se sanciona a todo propietario que maltrate de forma directa o indirecta a un animal. Por ende, es imposible que regrese con quien lo descuidó o lo dejó a su suerte, lo cual constituye ABANDONO, una figura tipificada como delito en el Código Penal. Un animal que vive en la calle teniendo tutor configura dicho delito, y es la Municipalidad de La Molina quien debería encargarse de sancionar esta situación, en lugar de ir contra la Adopción Responsable.
Este acto es corroborado por la bióloga y etóloga Paola Jara, en un informe de comportamiento y psicología animal practicado a NACHO. Esperamos que esta pesadilla que vive la adoptante llegue a su fin y que los gestores actúen de acuerdo a la ley, con la empatía que hasta ahora ha faltado.

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