Nada es para siempre sin consenso
Este miércoles, el Congreso aprobó una ley que modifica la Ley Universitaria, en específico hace modificaciones sobre el ente encargado de la supervisión de la calidad de las universidades en el país, la Sunedu, que fue creada en el 2014 con la promulgación de la Ley Universitaria 30220 y que reemplaza a la Asamblea Nacional de Rectores (ANR). El cambio central es la reorganización del consejo directivo y cómo se elegirá a su presidente. La discusión por su control una vez más comprueba lo frágil de nuestras instituciones, y que tácitamente aceptamos que las instituciones funcionaran dependiendo de qué personas las dirijan.
Sin duda la Sunedu ha estado en una pugna constante entre grupos de poder, un grupo que no quiere que les cierren sus universidades y dice luchar por los estudiantes que se quedan sin tener donde estudiar y otro grupo que dice luchar por la educación de los jóvenes pero que vive de todo el universo de consultorías, negocios, media training y puestos de trabajo que genera el regulador en cuestión. Qué lindo sería creer que la lucha es realmente por la calidad de la educación, pero la verdad es que... difícil.
Hacer reformas en el Perú es muy complejo porque quienes las realizan no dejan sus intereses de lado, no invitan a todos los actores a las mesas de discusión o si los invitan solo es para decir que los invitaron y llenar su hojita de asistencia. Se debe invitar a todos para llegar a acuerdos mínimos antes de hacer reformas, no se debe dejar en manos de teóricos solamente. Han pasado 7 años desde que se creó la Sunedu y lo que deberíamos estar viendo es cuáles son esos grandes cambios que se están haciendo por el bien de la educación, hacia dónde vamos y cómo vamos a evaluar los avances hacia ese objetivo que es la mejora de la calidad educativa y la igualdad de oportunidades. Si no hacemos acuerdos donde incluyamos a todos los actores para hacer reformas, pasará lo que acaba de pasar el miércoles, cuando el grupo que no fue considerado al momento de la creación de la reforma tenga el control temporal cambiará todo lo que este crea que le perjudica o que no le conviene, más aún si puede obtener réditos políticos o le puede quitar fuerza a sus rivales políticos sin importar si la reforma es buena o mala.
Si queremos que las reformas duren se requiere generar consenso y que los objetivos que se buscan no se desvirtúen por intereses oscuros que además cuando estos son descubiertos quitan la ya poca confianza que los ciudadanos tienen en el Estado y sus autoridades.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter e Instagram, y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.