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Nadie es elegible para ser ministro de Estado

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Fecha Publicación: 12/12/2022 - 23:00
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La precariedad de la presidencia de la República es una realidad indiscutible, la expectativa para ir superando paulatinamente la crisis política era que se contase con un gabinete de consenso, tarea nada fácil de cumplir.

Lo primero era que tuvieran la aceptación del Congreso para lograr la investidura, lo cual no significaba hacer un reparto de carteras entre las bancadas. Seria dificultad, los grupos iban a tener sus preferidos.

En segundo lugar, personas que habían transitado en puestos estatales con presencia pública iban a ser cuestionadas por los enemigos que se ganan en el ejercicio del cargo. Complejidad que había que afrontar.

En tercer término, se necesitaba personas con conocimiento técnico del sector que les tocaría asumir, pero a la vez que tuvieran la habilidad para gestionar en un ambiente político polarizado. Para cumplir con la doble exigencia, la única opción era elegir entre funcionarios que hubiesen desempeñado cargos de viceministro o directores generales, que son los que interactúan con los grupos de interés económicos, sociales y políticos. Tercera valla alta que superar.

La posibilidad de tener personas que cumplan todos los requisitos señalados era inexistente. Estamos en un momento de negacionismo de los méritos de las personas, no hay elegibles sin cuestionamientos.

El gabinete juramentado recientemente ha seguido en términos generales los criterios señalados, pero con una carencia masiva, la experiencia política; salvo el caso del ministro de Defensa, Alberto Otárola, que ya había ejercido el mismo cargo durante el gobierno de Ollanta Humala.

Hay un gran malestar ciudadano en contra del Congreso y del propio Ejecutivo, identificado en Dina Boluarte, quien es recordada por su permanencia en los gabinetes de Pedro Castillo durante casi todo su período gubernamental y por su promesa pública que se iría si aquel era vacado por el Congreso. Argumentará que no era aplicable ante una pretensión inconstitucional, pero esa es una sutileza que el ciudadano medio no meritúa.

En un escenario de esta naturaleza, el ejercicio de autoridad con las fuerzas del orden es tarea riesgosa y el anuncio de adelanto de elecciones para abril de 2024 será camino cuesta arriba de pronóstico impredecible.

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