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Navidad

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Fecha Publicación: 21/12/2024 - 21:40
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Lo primero que tenemos que hacer, para festejar con amor, solidaridad y comprensión la Navidad, es arrojar a los mercaderes del templo y terminar con el mercantilismo que se ha apoderado de esta fiesta, cuyo inicio se remonta a tres Reyes Magos que llevaron sus regalos a un niñito recién nacido que era nada menos que el Niño Jesús quien, años más tarde, él mismo arrojó, sí, a los mercaderes del templo.
Pero esta figura no se limita a recuperar el espíritu navideño que inspiró, sin duda, a San Nicolás de Bari, cuyo nombre traducido de alguna forma al holandés condujo a la creación de ese personaje legendario y tan querido que es Santa Claus, quien, con sus laboriosos elfos y sus diligentes renos, trae felicidad a los niños de todo el mundo en todas las Pascuas.
La recuperación del espíritu navideño, que es esencialmente una celebración para los niños, pasa por el establecimiento y puesta en marcha de una política de Estado que efectivamente vele por su bienestar y que realmente termine con esa vergüenza que significa para el Perú que un 43 % de los infantes de 12 a 36 meses padezca de anemia, mal que afectará por el resto de sus vidas su capacidad cognitiva, cuando sí existen los recursos para eliminarlo.
¿Y qué decir de Qali Warma, programa al cual ahora quieren cambiarle el nombre para ocultar la podredumbre que de él emana, a partir de corruptos negociados con la alimentación de niños en edad escolar, a los cuales les han dado hasta comida para perros? En un escenario donde, si se compara el magro costo asignado a cada ración frente a lo que realmente se entrega, podemos percibir lo desalmado que es el ser humano cuando está envilecido por la codicia. Los chicos saben que durante sus vacaciones no hay Qali Warma, mientras que los burócratas que manejan el programa siguen ganando sustanciales sueldos a costa del dinero de todos los peruanos.
El sentido de la Navidad debe percibirse de manera permanente. No se trata de celebrarla una vez al año con regalitos, chocolatadas y panetón, sino de darle carácter esencial preocupándonos de verdad por nuestros niños y procurando que esas caritas de felicidad que nos alumbran la vida en torno a esta fiesta maravillosa se extiendan a un estado de bienestar en el cual sus derechos estén debidamente protegidos.
Y esta es una tarea que nos compete a todos por igual, así como es tarea de todos lograr que las desigualdades existentes en la educación en el Perú vayan desapareciendo para consolidar una democracia con justicia social y sin violencia ni corrupción.

(*) Presidente de Perú Acción
Presidente del Consejo por la Paz

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