Necesaria reivindicación de nuestras FFAA Y PNP
Ahora que la seguridad ciudadana se ha convertido en un objetivo político de primera prioridad conjuntamente con la seguridad jurídica, porque ambas sufren un profundo y nocivo resquebrajamiento con el actuar criminal de la delincuencia común, organizada o no, de la corrupción masiva e incontrolable en todo nivel y actividad y, para colmo, también del neoterrorismo infiltrado y actuante en todo el espectro social, desarrollando impunemente sus estrategias y tácticas de agitación y bloqueo de la actividad económica nacional con sus aliados de siempre que, predicando la defensa de los derechos humanos de estos delincuentes han obtenido el apoyo de organismos supranacionales infestados de marxistas y comunistas fracasados. Por ello, siempre que el peligro acecha, todos volteamos la mirada hacia nuestras fuerzas de seguridad, policiales y militares en busca de protección.
Los que ahora se mueren de miedo han entrado en un proceso de olvido promovido por las famosas oenegés de los llamados caviares y de las groseras intromisiones de los organismos supranacionales para apoyar la desestabilización de democracias y de la institucionalidad que sustenta ésta, para no recordar la cruel manera en que se inició y continúa la persecución de policías y militares que lucharon contra el crimen organizado y contra los terroristas y su desalmada vocación criminal, generalizándose episodios aislados de algunos policías y militares que cometieron excesos, para plasmar su objetivo principal de mostrar al Estado como el que estableció una política sistemática de represión criminal contra la población, lo que permitió a la caviarada impulsar una judicialización penal contra políticos, policías y militares que enfrentaron y vencieron al terrorismo.
Con esa finalidad infiltraron el sistema de justicia, infundieron un sentimiento de culpa injustificado en los miembros de las FFAA y PNP a las que debilitaron institucionalmente tanto en el pensamiento como en su infraestructura y poder material.
Recién ahora que se cumple otro año más de la captura del sanguinario Abimael Guzmán, desde el Congreso y el Ejecutivo se escuchan loas y actos públicos para reconocer a los “defensores de la democracia” cuyos gestos no bastan si es que no van acompañados por un marco normativo con reconocimiento también material para ellos y sus familias.
Si no se logra materializar y hacer creíble la reivindicación de nuestros héroes y defensores de la democracia, poco o nada podremos hacer contra la inseguridad ciudadana y el neoterrorismo cuando todos percibimos que se ha desatado una guerra sorda entre las oenegés marxistas y la intromisión pedante y majadera de funcionarios de organismos internacionales en nuestra política interna sin respeto de nuestra soberanía.
El bastión oenegero es hoy la Junta Nacional de Justicia, a través de la cual podrían controlar el sistema de justicia, por ello pretenden mostrarla como un ente aislado e intocable en nuestro ordenamiento jurídico constitucional.
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