Necesario nuevo Estado para refugiados
El problema migratorio se ha vuelto complejo en el Mundo. Cada semana mueren africanos que a través del Mediterráneo buscan llegar a Europa. Europa acoge a millones. Pero afronta la situación con medidas serias de integración. Hoy no es raro ver que el alcalde de la importante ciudad de Frankfurt naciera en Siria de padre y madre sirios. O que dirigentes políticos en los partidos de gobierno -o ministros de Estado- tengan directos antecedentes migratorios.
En Canadá se aplica un sistema de admisión e integración de extranjeros con base en un puntaje de calificación. Estados Unidos de América resiste una presión migratoria construyendo muros, no publicitando incidentes, y aceptando a los que necesita para el desarrollo de su economía y su defensa. En el Perú esta problemática se ha vuelto innecesariamente complicada. Carecemos de políticas de integración, y no cuidamos de una migración planificada.
Lo acabamos de ver en los incidentes en la frontera con Chile que llegaron a extremos de una ocurrente declaración del alcalde de Tacna. El Perú, de acuerdo a la práctica internacional, no tiene obligación de recibir a indocumentados, ni menos a personas que son expulsadas de otros países. Más aún si se trata de aquellos que ya obtuvieron la calificación de refugiados en otra jurisdicción que no es la nuestra. El refugio y el asilo se da con base en la persecución en el país de origen, la coordinación con organismos especializados (ACNUR) en caso de refugio y la calificación pertinente que es potestad del país receptor.
Hay que recordar que durante gobiernos anteriores acatamos iniciativas en nuestro país para apoyar a la oposición en Venezuela. Esa era la tendencia. Lo hicimos de manera tan vehemente que el llamado Grupo de Lima tuvo menos efecto en construir la democracia en Venezuela, que consecuencias para nuestro país. Casi un millón de venezolanos llegaron -de una forma u otra- al Perú.
Olvidamos en el Perú que sí se puede apoyar a la liberación de un pueblo oprimido por una dictadura comunista, pero sin asumir un flujo migratorio. En 1980 la embajada del Perú en La Habana acogió a diez mil perseguidos. En una negociación de varias horas que desarrollé al más alto nivel en Cuba, se logró la salida de 125 mil cubanos. Pero a diversos destinos. El Perú dio así una lección en materia de Derechos Humanos, dando prioridad a la protección y libertad de la persona humana. Pero solo vinieron a nuestro país comparativamente muy pocos. Se quedaron al final de cuentas menos de cien cubanos.
No se puede generalizar sobre migrantes. Pero admiramos que muchos peruanos están aterrados de que venezolanos maten a quien no quiere que les toquen su automóvil con el pretexto de limpiar las lunas, o por delincuentes que quemaron a una joven peruana. Hay un lumpen indeseado y desadaptado.
La migración debe ser una política de Estado, y la Cancillería debería promover, a nivel internacional, y los organismos pertinentes, la creación de un nuevo Estado, que pueda hacerse cargo de la responsabilidad jurídica de quienes han invadido mediante diversos recursos -algunos legales como el asilo o refugio- la jurisdicción de otros países. No sería la primera vez que un país se forme del flujo migratorio de varias naciones. En la década de los sesenta, las Naciones Unidas tuvo una actuación muy activa en la formación de países en territorios que fueron sujetos a colonización. Hoy celebramos también los 75 años de la creación, en otro contexto, pero a través de la ONU, del Estado de Israel.
¿Pero dónde podría un país acoger a migrantes? En la región de las Guayanas o en islas del Caribe, existen territorios de muy baja densidad poblacional que todavía tienen una modalidad de administración bajo jurisdicción de países extracontinentales. Una negociación -que en el momento de iniciarla- podría tener ventajas tanto para Europa como para América, en promover el desplazamiento y desarrollo de nuevos países que acogen a los casi setenta millones de refugiados que transitan bajo diversas jurisdicciones en el planeta. El Perú podría plantear una iniciativa en ese sentido tanto en el plano multilateral como en negociaciones bilaterales.
He venido al Perú a corta edad integrando una familia binacional, y por ello muy temprano percibí los problemas que enfrenta en nuestro pais el migrante. Hoy después de una larga experiencia en la carrera diplomática, puedo afirmar que en un mundo marcado por cambios constantes, es impostergable dar una nueva dinámica a las relaciones internacionales con iniciativas innovadoras, lo que se podría realizar impulsando a nuestra política exterior con la especial importancia que los tiempos demandan.
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