¡Necesitamos unir el centro político!
El Perú está gobernado por la peor gente de su bicentenaria historia republicana. No es un exabrupto ni una exageración. ¡Es la incontrastable realidad! Gente recogida al paso por una pandilla de resentidos sociales, simpatizantes del comunismo fracasado y el terrorismo más abyecto y sanguinario que se conozca, portadora de un común denominador de odio, venganza, irresponsabilidad, malignidad y delirio de poder. Por cierto, todos esos vicios van empaquetados bajo un manto de la más vil incapacidad gubernativa y de un mensaje hipócrita de buenismo para seguir engañando al pueblo.
Nadie en su sano juicio, excepto los fanáticos que portan unas características canallas en sus genes -y/o esos muertos de hambre que siempre se cuelgan de las mayorías de cualquier identidad-, duda de que estamos gobernados por una cofradía comunista conformada en su inmensa mayoría por personas que no saben administrar ni siquiera sus propios hogares. Y peor todavía, no conocen el abecedario completo y ni siquiera saben resolver la tabla del uno.
¡Pero ahí van, empujando al Perú al descalabro! Esto que, de por sí, es indignante, pasa desapercibido por la negligencia, autosuficiencia, infantilismo, nadería, estupidez –y sobre todo celos- que contemplamos a diario desde nuestra mal llamada clase política, tan ridículamente acostumbrada al facilismo de su autosuficiencia como a su reprochable falta de coherencia.
Un pensador inteligente como Fernán Altuve lo explica en forma brillante. Fue patético ver a una Keiko Fujimori desesperada por reunirse con Castillo; asimismo escuchar a un López Aliaga pregonando que el presidente Castillo lo requería como premier; o a un De Soto, antes de la segunda vuelta, viajar de incógnito a Tumbes a entrevistarse con Castillo “para convencerlo de que yo puedo ayudarle”. Lo que motivaba a cada uno de estos tres personajes –que, en conjunto, reunían 80% de los votos del centroderecha- no fue forjar algún proyecto nacional de frente unificado centroderechista. ¡No! Lo que exclusivamente les motivó fue explorar la posibilidad de sacar alguna ventaja personal, a cambio de acomodarse con Pedro Castillo. Y con ello, a las más abyectas tipologías ideológicas del comunismo, con el objeto de cogobernar el Perú al alimón. De hecho, sabiendo que ideológicamente Castillo es antagónico al pensamiento centrista.
La radiografía revela la profundidad del individualismo que cunde entre una oposición en la cual los peruanos cifrábamos nuestras expectativas para frenar el avance de los rojos, evitando que se consolide el plan marxista que lidera Pedro Castillo destinado a convertir el Perú en otro país de la dictadura regional castro-chavista. Una oposición que involucra no solamente el campo político, sino igualmente el académico. Y, cómo no, también al periodístico. Porque, amable lector, la desunión resulta ser ahora una lamentable característica entre los peruanos de un mismo pensamiento político. Lo vemos sucediendo tanto en el centro izquierda como el centro derecha. ¿Alguna vez, amable lector, alcanzaremos a ver que desaparezca ese divisionismo entre corrientes políticas que alguna vez combatieron juntas al comunismo, y que ahora se rasgan las vestiduras haciendo precisamente lo contrario? ¿Por qué no ensayarlo hoy mismo?