Ni para atrás ni para adelante

Como reza el dicho, el régimen de Dina Boluarte no va ni para atrás ni para adelante: estancado en la ausencia de liderazgo, que viene acompañada de la carencia de un plan de gobierno, de una ineficiencia épica y de claros visos de corrupción, camina a la deriva en el amplio escenario de un poder político que, por el bien del Perú, debería dejar cuanto antes. ¡Sí, cuanto antes!
El paro nacional anunciado por los transportistas para el 23 es, para algunos personajes que viven en la luna, una medida senderista; para la izquierda marxista, una oportunidad para treparse al carro de una protesta legítima; y para quienes integran el régimen —que jamás ha tenido sentido autocrítico—, un mero intento desestabilizador.
Obviamente, para un gobierno que cree que con medidas cosméticas, como la declaratoria de estado de emergencia en diversos distritos y la invención de la figura legal del terrorismo urbano, puede restablecer la perdida seguridad ciudadana, el paro es algo que debe enfrentarse no con respuestas concretas para el grave problema de sicariato y extorsión que lo sustenta, sino mediante declaraciones altisonantes e insustentadas.
Las cifras sobre seguridad son realmente pavorosas: 18,000 personas desaparecen al año, de las cuales el 70 % son de sexo femenino; de cada 100 robos, solo 15 son denunciados y, al final, solo 1 delincuente termina en la cárcel, o sea, el 1 %; los tan mentados patrulleros no tienen presupuesto de mantenimiento ni control real de uso y, por ello, suelen terminar canibalizados; y hay 1 policía operativo por cada 700 personas, en un escenario en el que, de las escuelas policiales, solo emergen 1,500 policías al año, vale decir, 1 por cada una de las 1,500 comisarías existentes en el Perú.
Lo más grave, sin duda, es que, sobre la situación antes descrita, pesa el manto de una corrupción sistémica de la cual se habla mucho, pero no se hace nada, porque los jugadores que controlan la pelota son parte del equipo.
No es posible derrotar a la delincuencia, especialmente al crimen organizado, sin eliminar la corrupción existente en el aparato estatal y, en este caso, en la Policía Nacional, tal como lo planteamos en Perú Acción, a través de nuestro plan de gobierno “Mano de Hierro”, mediante la creación del Consejo Nacional de Moral Pública, un organismo autónomo de control externo cuya primera misión será botar a los corruptos y que estará integrado por peruanos de probada e intachable trayectoria, refrendados por votación popular para que no dependan de poder político alguno.
Está claro que quienes manejan hoy el poder jamás crearán una institución de esta naturaleza.
Perú Acción lo hará.

(*) Presidente de Perú Acción
Presidente del Consejo por la Paz

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