«Ningún siervo puede servir a dos señores. No podéis servir a Dios y al dinero»
Queridos hermanos
Estamos en el Domingo XXV del Tiempo Ordinario. Hoy voy a empezar por el Evangelio en donde el Señor nos presenta una parábola muy actual. Lucas, que siempre está preocupado por los pobres, hace aquí una reflexión sobre los peligros de un apego excesivo al dinero, que es el problema que tiene el hombre de hoy, que está apegado a los bienes materiales y a todo lo que le impide vivir en plenitud la vocación de amar a Dios y a los hermanos. El administrador de la parábola está a punto de ser despedido por gestión fraudulenta de los negocios de su amo y, para asegurarse su futuro, con astucia trata de negociar con los deudores. Y ¿quiénes son estos deudores? Los pobres. Muy importante hoy que todo está subiendo, que es imposible vivir con el dinero que ganamos y con los problemas que nos está dejando la pandemia y esta guerra, donde vemos que es absurdo matar al hombre, matarnos entre seres humanos.; eso no es cristiano. ¿Qué quiere decirnos Jesús con esta parábola? Con esta conclusión sorprendente, nos habla Jesús de nuestra relación con el dinero y con los bienes de esta tierra. ¿Quieres ser cristiano? Fíjate lo que hace este administrador: llama a los deudores y dice: ¿cuánto debes a mi amo?, respondió uno: cien barriles de aceite, pues escribe 50; ¿cuánto debes? le pregunta a otro, 100 fanegas de trigo, escribe 80; y dice el Señor: los hijos de este mundo son más astutos, que su gente, que los hijos de la luz, ganaos amigos con el dinero injusto, para que cuando os falte os reciban en las moradas eternas. ¿Sabéis cómo se hace esto? Vende lo que tienes, dáselo a los pobres, ven y sígueme, dice el Señor. Sacrifica a tu ídolo, nuestro ídolo, no podemos servir a Dios y al dinero, ningún siervo puede servir a dos amos, porque bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien dedicará al primero y no hará caso del segundo, no podemos seguir a mamona, que es la palabra que se usa para referirse a ella y es de origen fenicio. ¿Qué significa seguridad económica, éxito en los negocios? Fijaros que esto es actual, es el origen de la destrucción de la familia, el dinero. Por eso el hombre trabaja mucho y la mujer también, porque no se fía del hombre. Todo esto lo vemos en la sociedad en la que vivimos, debemos ir contracorriente. ¿Qué significa ir contracorriente? Lo dice muy bien el Evangelio y nos da una clave: el que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar, ningún siervo puede servir a dos amos, por eso no podéis servir a Dios y al dinero. Por eso hermanos, para que seamos libres, porque nos estamos jugando la libertad, no busquemos el lucro, la búsqueda egoísta del lucro, que se traduce al final en ambición, en ganancias por el desprecio de los pobres, explotación de la situación en beneficio propio.
La primera Palabra del profeta Amos nos llama a la verdad, nos invita a la autenticidad. El amor al dinero nos divide, nos coloca en enfrentamiento con el otro y no nos permite amar.
El Salmo 112 dice: “Alabad al Señor que ensalza al pobre”. ¿Quién es el pobre? Uno que tiene su confianza solamente en Dios y no en sí mismo, no en sus astucias, no en su prepotencia. Levanta del polvo al desvalido y alza de la basura al pobre para sentarlo con los príncipes. En resumidas cuentas nos dice: seamos como los niños que se sienten solos y abandonados, es decir, pongamos nuestra confianza en el único Dios que ama al pobre, al desvalido; que es Jesús de Nazaret. Por eso el Magníficat dice: proclama mi alma la grandeza del Señor. A los hambrientos el Señor los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Dios nos da garantías que provee y es nuestro Padre.
Pues bien, hermanos, que este amor de este administrador que es muy astuto se dé en nosotros, despréndete de tus bienes, de nuestro yo, y tendremos vida eterna. Los poderes de este mundo no sacian, el que sacia plenamente es Dios.
Que el Señor os bendiga con su paz.
Recen por mí.
+ Mons. José Luis del Palacio
Obispo E. del Callao