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¡No al adelanto electoral!
La cantaleta del “adelanto de elecciones” busca la claudicación de las fuerzas políticas democráticas, frente al avance totalitario del comunismo en todas sus vertientes. ¡Desde la caviar a la marxista! Además es un indudable chantaje al país, demandando al ciudadano volver a votar cuantas veces se lo exija una poblada atizada, en este caso, por la corrupción y por el extremismo politiquero que está tras de ella. Sería por último un acto de cobardía que quedase como precedente para las futuras generaciones, induciéndolas a renunciar al derecho constitucional de cumplimiento y vigencia de los plazos electorales y, además, a darse por vencidas ante el desafío de la fuerza bruta a manos de soldadescas pagadas, o bien por el crimen (narcotráfico, minería ilegal, tala ilegítima, etc.), o en todo caso patrocinadas por el terrorismo redivivo de sendero y/o el mrta.
Con mayor razón resulta absolutamente impertinente proponer una y otra vez que el Parlamento debata -hasta la náusea- el adelanto electoral, capricho de una camorra incrustada en los poderes Ejecutivo y Legislativo. El objetivo es evidente: aprovecharse del debilitado estado de ánimo de la sociedad peruana, amenazada por una organización trasnacional dirigida por Cuba y Venezuela y operada por el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla, en connivencia con las huestes de sendero luminoso disfrazadas de gremios sindicales nucleados alrededor del movadef. Esta organización mafiosa se ha instalado en algunas regiones e igualmente en Lima, apelando a un muy violento, sangriento ataque sedicioso, tanto a la desvalida sociedad peruana como, obviamente, a nuestra democracia. Todo esto a través de la captura de carreteras, cuyo cierre genera caos y desabastecimiento general a millones de peruanos; aparte de estallidos incendiarios de carácter terrorista en diversas ciudades –en particular, en Lima capital- con el propósito de generar terror y producir muertos, heridos y daños a la propiedad privada y pública.
Este es el escenario ideal que han ensamblado los extremistas para chantajear a la ciudadanía, obligándola a que apruebe un “adelanto de elecciones” que, de acuerdo a la Constitución, deben realizarse en abril 2026. Es una condición sí o sí para un “cese el fuego”, tras haber causado 60 muertes, cientos de heridos y miles de millones de dólares en pérdidas patrimoniales y de producción para el país. Pero la coacción va acompañada de una condición sine qua non: realizar un referéndum para llamar a una asamblea constituyente. El sistema aplicado por Venezuela, Nicaragua, Bolivia, para reconvertir a aquella entidad en órgano supremo del Estado, por encima de los demás poderes, facultada para cambiar las estructuras sociales, políticas y jurídicas del Perú transformándolo en otra nación comunista más latinoamericana.
Por si todo aquello fuese insuficiente, resulta que quienes proponen el adelanto electoral se oponen a que el Congreso modifique la Constitución para cambiar artículos, como aquellos que permiten la elección de mandatarios infectos y ágrafos, ejemplo Castillo; e impiden reemplazar a los actuales mandamases del Jurado Nacional de Elecciones -y al jefe del ONPE-, culpables del amañado proceso electoral 2021. ¡NO AL ADELANTO ELECTORAL!