No al totalitarismo
Por José Antonio Torres Iriarte
América Latina debe afirmar su libertad como principio fundamental y dejar atrás las dictaduras de cualquier signo político e ideológico.
Las Guerras Mundiales, el fin del fascismo en Italia, o la derrota del nacionalsocialismo en Alemania; no significaron el fin del totalitarismo en Europa. La victoria de los aliados, no representó la victoria de la democracia sobre la dictadura; ni la primacia de la libertad sobre la opresión. La URSS se consolida luego de la II Guerra Mundial y no sólo pretende tener hegemonía sobre la Europa del Este; sino que aspira a través de los partidos comunistas pro soviéticos establecidos en América Latina, tener influencia en los movimientos universitarios, sindicales y políticos.
La Revolución Cubana convertida en instrumento político al servicio del Kremlin, apoyada en el subsidio generoso soviético, no pretendió construir una economía industrializada, diversificar su economía o convertirse en un centro tecnológico de avanzada; por el contrario bajo el liderazgo de Fidel Castro se propuso formar, organizar y armar los movimientos guerrilleros en América Latina, con el objetivo de impulsar la toma del poder, desdeñando la vía democrática o electoral. En los años sesenta, la guerrilla se enfrentó a gobiernos democráticos establecidos en Colombia, Venezuela o Perú; cuestionando procesos democráticos como los liderados por José Figueres en Costa Rica o Rómulo Betancourt en Venezuela.
El comunismo internacional y sus aparatos de propaganda falsamente afirmaban que bajo los gobiernos de partido único y dictaduras del proletariado, los pueblos eran redimidos de la opresión y alcanzaban el bienestar que las democracias capitalistas eran incapaces de garantizar. La guerrilla de la FARC, años después se convertiría en el brazo armado del narcotráfico y el gobierno cubano logró establecer una férrea dictadura, que supo mostrarse ante la comunidad internacional como la víctima del embargo norteamericano y como adalid de la lucha por la emancipación de América Latina. Hoy el gobierno de Diaz Canel reprime al pueblo cubano sin miramientos y forma parte del eje Managua, La Habana, Caracas; estableciendo gobiernos que incumplen las recomendaciones o resoluciones de los organismos internacionales de derechos humanos.
Los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua reprimen a sus pueblos, violan sistemáticamente las libertades y sumen en la pobreza a vastos sectores sociales. Por otro lado en Bolivia, el Movimiento al Socialismo liderado por Evo Morales no sólo se ha propuesto perpetuarse en el poder, sino a la par pretende influenciar en la política peruana a través de organizaciones políticas y sociales establecidas como parte de proyectos políticos que tienen como eje de su propuesta política, la convocatoria a una Asamblea Constituyente de naturaleza corporativa en el Perú. La injerencia de Evo Morales es inaceptable y debe ser rechazada en el marco político y jurídico; no confundamos la vocación por la integración de nuestros pueblos, con el proselitismo político liderado por el expresidente que a la par establece contactos con los líderes cocaleros del Vraem, recomienda la expulsión de la DEA y la multiplicación de los cultivos de la hoja de coca. Seamos claros, el MAS de Bollivia se financia con los recursos generados por el narcotráfico, sus lazos políticos con la FARC (un sector disidente rechaza los Acuerdos de Paz) están vigentes.
El Perú debe rechazar de plano la injerencia de Evo Morales, detrás de un discurso político que pretende revalorar supuestamente a los pueblos originarios, existe el objetivo político de fortalecer la economía cocalera en nuestra región vinculada al narcotráfico internacional. América Latina debe dejar atrás las dictaduras, confrontando política e ideológicamente con el neomarxismo en todas sus formas o matices.
El Perú debe recuperar la esperanza y forjar su derecho al bienestar, defendiendo la libertad frente a la amenaza totalitaria que representa el gobierno de Pedro Castillo. En cuatro meses de gobierno se está demostrando los abiertos lazos del gobierno de Perú Libre con el neosenderismo violentista, con el MAS de Bolivia y con el eje La Habana- Caracas.
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