ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

No al veto

Imagen
Fecha Publicación: 21/08/2020 - 20:20
Escucha esta nota

El 12 de setiembre el Gobierno definirá su línea política y diplomática cuando la gobernadora del BID, ministra María Antonieta Alva, vote a favor o en contra del candidato de Washington a la presidencia de esa organización, Mauricio Claver-Carone, centro de una polémica cargada de prejuicios e ideología.

No aludo, desde luego, a quienes consideran que el cargo debe ejercerlo exclusivamente un latinoamericano, como sucede desde 1959, aunque discrepo sobre cualquier veto o marginación por razones de nacionalidad, entre miembros de una misma entidad. Me refiero, sí, a quienes pretenden manipular esa elección desde una perspectiva de fobia antinorteamericana, que registra varios antecedentes fallidos.

Recordemos, en efecto, que el 2006 el gobierno venezolano se retiró de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) en protesta porque Perú y Colombia suscribieron tratados de libre comercio con Estados Unidos. El 2008, bajo el patrocinio del régimen chavista, nació la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), que ha dejado de existir, entre otras razones, por constituirse en una plataforma al servicio del Socialismo del Siglo XXI. Después, el 2010, Hugo Chávez y Fidel Castro alentaron la formación de la hoy fracasada – y extinta- Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que pretendió ser una OEA sin USA.

Ahora vuelven a la carga con torpes argumentos, para vetar al postulante de Washington al BID. El subsecretario mexicano de Política Exterior, Maximiliano Reyes, ha sostenido, por ejemplo, que no votará por Claver-Carone “porque poner un director estadounidense ya no sería el BID, sería un banco norteamericano para el desarrollo o alguna cosa media extraña”, para luego recordar que el postulante USA ha tenido una “una postura dura hacia los Gobiernos de Cuba y Venezuela”.

Detrás de este escenario hay un objetivo político: respaldar la candidatura izquierdista de Gustavo Béliz, asesor y Secretario de Asuntos Estratégicos del gobierno argentino de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, ambos vinculados al Grupo de Puebla, sucesor del Foro de Sao Paulo.

Por ello no ha sido extraño que esa organización publique un manifiesto (19/06/2020) oponiéndose a la candidatura de Washington por querer “utilizar al banco como un instrumento directo de su política exterior imperial”. Los firmantes del documento reflejan la tendencia: Lula y Dilma Rousoff, del Brasil, conjuntamente con el ex canciller Celso Amorim y el fundador del Foro de Sao Paulo, Aloizio Mercadante; Rodríguez Zapatero, ex presidente del gobierno español y relacionista público del dictador Nicolás Maduro; Rafael Correa, de Ecuador; Ernesto Samper, ex mandatario colombiano y secretario general de UNASUR; Evo Morales, de Bolivia y su ministro David Choquehuanca; Mónica Xavier, secretaria general del Partido Socialista del Uruguay; Karold Cariola, diputada comunista chilena; Iván Cepeda, militante de las juventudes comunistas de Colombia y después integrante de la Alianza M-119 y Veronika Mendoza, lideresa de la izquierda peruana.

El Perú democrático y republicano no puede convertirse en furgón de cola de sectores antinorteamericanos, porque mantenemos relaciones diplomáticas, comerciales y de inversiones de primer nivel con la potencia del norte. Formamos parte del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacifico y desde el 2009 tenemos un tratado de libre comercio que ha incrementado significativamente nuestras exportaciones, especialmente en el sector agrario, que ha pasado de facturar 900 millones de dólares el 2010 a 2 mil 600 millones el 2019, en un contexto donde el intercambio comercial alcanzó 17 mil millones de dólares el mismo año.

No menos significativa es la cifra de inversiones acumuladas de capitales norteamericanos en el país, que asciende a 7, 400 millones de dólares (4,300 en minería y 600 millones en manufactura), así como los programas de cooperación humanitaria, de lucha contra el narcotráfico y al hecho concreto que un millón y medio de peruanos viven en USA, de los cuales 800 mil están registrados en los consulados; población migrante que anualmente aporta mil millones de dólares en remesas a sus familiares.

Sin complejos ni temores, digámoslo claramente: Estados Unidos es un país democrático, amigo del Perú y, dentro de ese contexto, resultaría inaceptable vetar a su candidato, para abrirle el camino al representante del régimen argentino, vinculado a sectores relacionados a modelos políticos estatistas y autoritarios.