¡No es la bicameralidad, idiotas!
Resulta incomprensible ver los rostros de 86 congresistas desesperados por evitar que la aprobación de la bicameralidad vaya a referéndum, eliminando un posible canal de reelección inmediata y ampliando los cupos para futuros senadores y diputados que, en vez de hacer política seria, prefieren tomar por asalto gobierno central y gobiernos regionales y locales, que hoy brillan por su incapacidad de gestión.
¿Acaso desconocen que la bicameralidad no garantiza la reforma política? ¿Que contrabandear 53 reformas constitucionales en una Ley —que quisieron aprobar entre gallos y medianoche— es una señal confirmatoria de su autoritarismo? Nuestros congresistas no comprenden que aprobar la bicameralidad no genera automáticamente representación política, ni mejores partidos, ni mejores políticos, ni mejores estándares de calidad legislativa, ni ética, ni ADN de transparencia, ni lucha contra la corrupción de funcionarios.
El problema de fondo es que seguimos haciendo política con reglas de juego poco claras y procesos de ordenamiento territorial inconclusos. La ausencia de un verdadero proceso de regionalización fragmenta más el ejercicio del poder sobre estos territorios. La descentralización como tal debe concluir. Este es el punto más importante en la agenda país que nadie quiere poner por delante.
No es viable un país dividido en 25 territorios que se creen autónomos y están desvinculados entre sí. No es posible un país que no regula los estándares de calidad de servicio público en los aparatos gubernamentales regionales. Ni Lima está libre de esta fragmentación de poder, que a diario enfrenta a más de 40 alcaldes distritales disputándose un mismo territorio con el alcalde metropolitano y con el mismísimo gobierno central.
El reto lo tiene la nueva generación. De eso ya no tengo dudas. La vieja generación siempre dirá que el pasado fue mejor. Pero quienes analizamos lo social diremos que el hoy y el mañana serán distintos y diferentes. Que la forma de aprehender la realidad de la nueva generación no puede verse con los ojos de la anterior. Eso sería sesgar esa nueva visión. Entonces solo queda mirar hacia adelante, tomar aire, respirar profundo y decirles a esos dinosaurios mentales que hoy agitan gritos arcaicos: ¡No es la bicameralidad, idiotas! Es concluir el proceso descentralizador y la regionalización para incluir a la mayor cantidad de peruanos. ¡Pero ya!
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