No es por Vizcarra
Otra vez el país convulsionado, lo que hasta hace una semana parecía improbable, sucedió, la vacancia presidencial de Martín Vizcarra y con nada menos 105 votos, quien no ofreció resistencia ni hizo uso de recursos legales para contrarrestar dicha medida, dejando el cargo la misma noche que le fuera comunicado por el Congreso que ya no era más el jefe del Estado. Desde entonces, las calles y plazas del país son escenario de manifestaciones de protestas de ciudadanos de todas las edades, con marcada participación de la juventud que no comulga con los últimos acontecimientos políticos.
A juzgar por esta columnista se equivocan o malinterpretan muchos opinólogos que la indignación popular sea en respaldo del señor Martín Vizcarra, no lo es; es más bien en defensa de la democracia y sus instituciones, en resguardo de la división de poderes, que no debiera estar a merced únicamente de la fuerza de los votos de uno de estos, pudiendo defenestrar a un Presidente de la República, a un jefe del Estado, sin más filtro o contención que la sumatoria de las fuerzas políticas con representación parlamentaria, que curiosamente se alistan a participar en las Elecciones Generales 2021 para ser Gobierno.
La suerte de Martín Vizcarra es indistinta para los manifestantes, estaba ya regulado, que acabado su gobierno en pocos meses, tendría que afrontar la acción de la justicia; nadie pedía para éste ni pide ahora, un trato diferenciado que el de cualquier otro ciudadano y de quienes le antecedieron en el cargo, actualmente investigados por serias imputaciones de carácter penal. Lo que irrita, indigna, enerva, es la percepción de haberse quebrado el necesario equilibrio entre los poderes públicos, porque en democracia ninguno debe prevalecer sobre el otro. Se tiene la imagen (injusta o no) de un Congreso monotemático, cuya única agenda era la vacancia presidencial, sin importar la particular coyuntura no sólo de crisis sanitaria, de recesión económica, de ausencia de vicepresidentes en la línea de sucesión presidencial, y que a falta de estos, el próximo a asumir el cargo sería paradójicamente el presidente del Congreso.
Así las cosas, queda el sinsabor de haberse buscado, no el apartar a un presidente por imputaciones de corrupción, sino el llegar a Palacio de Gobierno a como dé lugar, el distribuirse cuotas de poder entre fuerzas políticas, cogobernar el país (Ejecutivo y Legislativo), manejo presupuestal, leyes libres de veto, normas populistas que pudieran afectar la caja fiscal o que en sí mismas constituyan contrarreformas de lo ya avanzado en el país, en especial en materia de Educación (Básica, Universitaria), Ambiente, Pensiones y hasta de una eventual modificación del cronograma electoral.
Por esa percepción de concentración del poder político en un solo Poder del Estado, el Legislativo, es que levantan sus voces y marchan los ciudadanos y que para reprimirlas se pretendería criminalizar la protesta, lo que será contraproducente, porque aunque callaran sobre todo a los jóvenes, los cacerolazos gritarían.