No hagan olas
Cuando el mundo entró en la terrible pandemia del COVID 19 que aún hoy causa estragos, entiendo que en el Perú subsiste en casos aislados, la FIFA no tuvo mejor idea que establecer una serie de disposiciones para no cerrar en forma prolongada el fútbol, dándole recetas transitorias que como muchísimas veces ocurre, se presentaron como “temporales” y que hoy podríamos calificarlas de “temporales definitivas”.
A nadie se le ocurriría, por ejemplo, volver a los tres cambios habituales en cada partido como era hasta años atrás, y que ahora llega siempre a las 5 modificaciones. No recordamos si a la fecha los técnicos ejecutan menor número de cambios porque estiman que esta franquicia es conveniente bajo la tesis de preservar el estado atlético de sus jugadores.
Ello más aún en el Viejo Mundo donde se han hecho nuevos trazados de las espectaculares competencias entre países y clubes, agregando a la ya abultada programación, agotadores compromisos que han sido objetados por entrenadores como el caso del italiano Carlo Ancelotti que no sin razón, se queja por la monumental cantidad de encuentros sin tener espacio para la práctica interna y el desarrollo propio de su labor y hasta de los preparadores físicos convertidos, acaso, en figuras decorativas.
En nuestro medio todavía no estamos en esa vorágine de competencia, pero con las recientes novedades que presenta la FPF no sería nada extraño que en poco tiempo no tengamos tiempo ni siquiera para mirar todo lo que se juega en nuestras castigadas ligas 1 y 2, apareciendo una inopinada liga 3 y seguramente, algunas otras ramificaciones a la usanza de los torneos que nos dejó el recordado y querido Rimita.
Cuando en todo caso no se trata de destacar cantidad en el balompié peruano, sino de ver en qué forma podemos mejorar la calidad de la competencia local, que nos sigue mostrando escenarios inadecuados e impresentables que no tienen nivel ni condiciones para un torneo oficial que clasifica a cosas importantes. O de equipos que cancelan y despiden a jugadores sin concluir la temporada. Y nadie los reprende.
Eso es parte del problema a lo que debemos sumar que la organización en manos federativas ha jubilado a la ADFP, es decir, el organismo que rigió durante décadas el fútbol rentado, es apenas un accesorio hoy tipo “mesa de partes”, que no tiene la más mínima decisión en el manejo del fútbol doméstico pese a los arrebatos y verdades que de tanto en tanto lanza su presidente.
No es la primera vez que lo decimos pero corresponde ratificar que los dirigentes de antes y no los improvisados de hoy, no habrían permitido jamás ese zarandeo, maltrato y ninguneo de sus propias instituciones que a la fecha están en manos de interventores designados por organismos que de deporte y mucho menos de fútbol, no tienen la menor idea.
Y este panorama sin luces en el corto y mediano plazo nos lleva a contemplar como nuestros clubes, incluso los más encumbrados, deben bajar la cerviz y callar en todos los idiomas, cuando se hacen programaciones desatinadas y perjudiciales sin considerar días, horarios y escenarios, dejando de lado sus atendibles derechos de pretender una cierta concurrencia de su hinchada.
Lo más lamentable de este relato es que cuando se vaya a elecciones en la FPF se ratificará la desidia y el acomodo de sus votantes para que todo siga igual, que nada cambie, porque así las cosas perpetuarán para fortalecer a quienes no merecen ninguna confianza, para que sigamos siendo comparsa sin percatarnos que somos actores de una entidad que tiene una coraza bien gruesa.
Por Bruno Espósito
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